lunes, 12 de noviembre de 2012

LA SOMBRA DE LA COSTUMBRE…

Por: Iván Antonio Jurado Cortés

Colombia es uno de los países que aún insiste en mantener un sistema político que con el paso del tiempo solo ha demostrado el aumento de problemas estructurales yendo en contra de los intereses de la clase popular.
El modelo neoliberal implementado en el  país del “Corazón de Jesús”, cada vez se perfecciona a favor de los grandes inversionistas, supuestamente los que mueven la economía nacional; de cierto modo es así, sin embargo nunca se puede perder de vista que el consumismo es gracias al pueblo colombiano.
Una de las tendencias del neoliberalismo es la globalización de la producción, donde el objetivo principal es el factor económico por encima de lo sociocultural, fomentando los intereses capitalistas de grandes empresarios, que por lo general son los mismos políticos o tienen injerencia directa con estos.
Después de muchas décadas, hoy sin equivocación alguna se concluye: a medida que el sistema intensifica su capacidad, los resultados saltan a la vista: aumento del desempleo, pobreza, corrupción, injusticia y monopolización del poder económico y político.
La población ha aumentado considerablemente al mismo ritmo que el nivel de pobreza, significando que el sistema político no es acertado. Obviamente, la responsabilidad es compartida, debido que el constituyente primario ha sido participe y determinante para que cada día este modelo político-económico continúe enraizándose y causando sendos estragos en la mente y accionar de la sociedad aparentemente hipnotizada ante tanta desigualdad e injusticia.
Se ha dicho a los cuatro vientos que Colombia es la nación más desigual del mundo, pero parece esto no incomodar a nadie, por el contrario, todo apunta a fomentar una cultura ´folclórica’ llena de vanas ilusiones y sueños jamás realizables.
Es lamentable observar la cultura de la ilegalidad, cada vez en aumento, invadiendo progresivamente el sentimiento y contaminando la razón del buen proceder. Pero todo tiene su lógica: “demos a Juan Pueblo lo que le gusta: rumba, comida y bebida; mientras nosotros organizamos y manejamos a nuestro antojo este país”… es una triste realidad, pero así es Colombia, nuestra patria…
Por estos días se viene discutiendo un tema muy importante económicamente hablando y es el de la subasta de la tecnología 4G, de responsabilidad directa del Ministerio de la Información y las Comunicaciones TIC, donde se palpan macro intenciones de Claro, Telefónica, entre otros, para terminar de monopolizar uno de los mercados después de la minería el más lucrativo. Los pliegos de condiciones para ser partícipe de semejante oferta son tan complejos para las pretensiones nacionales, que solo podrán hacerlo multinacionales. Aunque se aparenta ecuanimidad en el proceso, se sabe que todo está fríamente calculado a favor del capital.
El acaparamiento del mercado es demasiado peligroso para la ciudadanía del común; en otras palabras esto se transfiere a una esclavitud del consumismo, donde la actitud psicológica de cada mente humana juega un vital papel. Lastimosamente nuestra cultura es permeada sutilmente por el voraz capitalismo hasta el punto de que hábitos innecesarios se conviertan en fundamentales para el desarrollo del ser humano. Se acerca una época de fiestas navideñas, y el fervor religioso pasará a tercer plano gracias a una modernidad hipócrita y perjudicial para la salud y el comportamiento….
Con el desorden económico que vive actualmente Europa, donde países como España, Portugal Francia, Grecia y otros, afrontan la peor crisis financiera de la historia, después de ser sólidas potencias, hoy son acribilladas por un voraz modelo, “el capitalismo” y la teoría del consumismo.
Con lo anterior se demuestra que esta estructura económica-política está mandada a recoger; los cambios deben ser profundos, enfocados a la desmonopolización, participación y ecuanimidad financiera. Es absurdo, pero es la verdad: la banca privada entró en crisis y el pueblo europeo es quien deberá pagar las multimillonarias deudas… la sombra de la costumbre ronda y opaca una cruel realidad, que temprano o tarde colapsará.

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