martes, 23 de junio de 2015

‘NUESTRO KARMA’

Por Iván Antonio Jurado Cortés

‘Usted no sabe quién soy yo’ es la frase de moda que ha impregnado la sensibilidad del común y corriente nacional, gracias a un ‘reyezuelo’ que no piensa más de lo que su capacidad intelectual le otorga. Siendo sus comportamientos antisociales los que lo definen como un personajillo de pacotilla, que no sabe lo que dice, y más bien aprovecha el maldito ‘clasismo’ social para pisotear y saborear la miel de la soberbia.

Ridículos de un hijo de ‘papi’ como Nicolás Gaviria, ocurren con frecuencia especialmente en el ámbito capitalino, ya que es una ciudad que concentra a millones de personas con distintas culturas. Los ‘gomelos’ como comúnmente se les llama a jóvenes de familias adineradas, en su mayoría son el reflejo de una agitada vida familiar, porque que desde pequeños no disfrutan del natural cariño y acogimiento de sus padres; más bien la crianza gira alrededor de caprichos complacidos.

Con lo anterior no quiero justificar las acciones ‘malcriadas’ de estos muchachos, al contrario, estos actos bochornosos sirven para exteriorizar la ambigüedad familiar y social en la que vive gran parte de la población de estratos altos. Prácticamente es una existencia agobiada por la presión glamurosa, de quienes se creen poderosos sobre los demás y según ellos con la obligación de controlar el mundo.

No solo es el caso del ‘niño Nicolás’, sino de otros personajes que además de ser ‘reyes’, llevan sobre sus espaldas responsabilidades populares como el caso del senador Eduardo Carlos Merlano, quien en estado ‘alegrón’ humilló y trató de persuadir a unos agentes de policía, para que no le practicaran la prueba de alcoholemia  y no le inmovilizaran su vehículo. En fin, después del escándalo, vino la calma y con ella la actuación del ministerio público con destitución e inhabilidad para ejercer cargos públicos por espacio de 10 años.

Y como dice el refrán: ‘al que nada le cuesta nada le duele’, y este tipo de ciudadanos hacen parte de esta dicha. Unos parasitando la fortuna de sus progenitores, otros, afortunados porque la ‘platica’ les llegó por golpe de suerte, gracias a las mafias y política. En esta horda entran muchos de los actuales ‘payazos’ dizque políticos, que han multiplicado su patrimonio gracias al débil sistema gubernamental colombiano, y son estos, quienes con sus comportamientos nihilistas marcan la pauta de la ética y responsabilidad a la criolla.

Y como para enmarcar, la máxima figura de la institucionalidad colombiana encargada de la integridad y supremacía estatal, hoy es el hazmerreír de todo un pueblo gracias a las infames actuaciones de su presidente y una cáfila subyugada, que no sacian su apetito e insisten en continuar al frente de una rechazada entidad, de las pocas que aún gozaban de alguna esquirla de credibilidad.

El torero Jorge Pretelt Chaljub, es ahora el protagonista del nuevo show nacional. Atrás quedó ‘usted no sabe quién soy yo’, es cuestión olvidada, tal como reza un fragmento de la canción del ‘Charrito Negro’. Los ojos de la ciudadanía colombiana están a la expectativa de lo que sucederá en adelante, más cuando el acorralado juez ha cacareado otra célebre frase: “si yo me voy, nos vamos todos”, obvio que se irán todos, porque todos tienen rabo de paja.

Suficiente frase para entender la podredumbre solapada bajo las atezadas togas; algo insólito que desafortunadamente se ve normal en una sociedad lúgubre, que no teme en azarearse, más bien, disfruta de un caos administrativo-político, que incluso el constituyente primario de alguna manera es responsable en el primer eslabón de esta folclórica degradación


El paquidérmico Estado ya no aguanta más, porque de seguir resistiendo, simplemente sería el icono del masoquismo gubernamental en América Latina. Los colombianos estamos pasando por un estado de anarquía, mucho peor del que se percibió en la década de los 80 y 90. Definitivamente es nuestro karma y debemos tolerarlo hasta nueva orden. 

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