martes, 17 de marzo de 2015

MUJER, palabra mayor

Por Iván Antonio Jurado Cortés

Aun no puedo asimilar la diferencia irracional que se ha hecho a través de la historia con los géneros humanos. Desde el punto de vista teológico, especialmente el cristianismo, ha suscrito en la mente de sus feligreses que la mujer resultó simplemente como compañía para el hombre, necesaria para sus días solitarios.

Que la mujer Dios la sacó de una “costilla del hombre”; acto que nos da a entender desde esa concepción que la mujer solamente es un subproducto y una súbdita del hombre. Si extrapolamos los anteriores conceptos, concluimos que siempre persistirá la imagen de la mujer como un sexo débil, subyugada a las decisiones que el gran género masculino determine.

De igual manera, notamos idéntica forma de pensar en las decisiones políticas de los diferentes países del mundo. No se conoce hasta el momento una sociedad donde la mujer sea una protagonista esencial en las resoluciones religiosas, sociales, políticas, económicas y culturales.

Aproximadamente el 75% de las mujeres actualmente se desenvuelven en actividades menospreciadas por el hombre, ya sea a nivel familiar, político, económico y religioso. Solo un 25% del género femenino está ocupando cargos de representatividad, aunque en algunas oportunidades son mal vistas por los “caballeros”, que hacen hasta lo imposible por raptarles ese protagonismo.

Para no ir tan lejos, nuestra nación es un espejo de lo que sucede en la mayoría de estados independientes del planeta. Aquí el 80% de los cargos públicos de elección popular son ocupados por hombres. El 95% de los pastores religiosos, incluidos los curas, son hombres. El 70% de las familias de clase popular dependen directamente de lo que el hombre pueda hacer desde el punto de vista laboral, y así sucesivamente.

Anatómicamente la mujer está diseñada para parir, actividad que el hombre nunca podrá realizar debido a su conformación, sin dejar de lado la cobardía para tolerar el dolor. La masa cerebral del hombre limita más su funcionamiento, por ser amenazada y afectada de “vicios” costumbristas como el tabaco, alcohol y el estrés de la fuerza propia de “machos”. En cambio la mujer es más liberada en este aspecto.

Existen estudios donde se demuestra que el 80% de los hombres corresponden a cualquiera de estos vejámenes, mientras que en la mujer, solo un 30% lo hacen. Demostrando de esta forma que la disponibilidad intelectual en la mujer estará predispuesta a desarrollar y proponer mejores cosas en beneficio de los demás.

Es indispensable romper el paradigma subyugador del género femenino, con el propósito de que la mujer pueda ocupar el lugar que le corresponde. Como hombre estoy seguro que será de mucho provecho para mejorar esta sociedad tan convulsionada que vivimos.


Basta de continuar con la torpe inequidad que la mujer es menos que el hombre. Las pocas que han tenido la oportunidad de liderar procesos sociales, políticos o empresariales, lo han hecho con decoro, compromiso y lealtad. Por naturaleza son más eficientes, visionarias y objetivas. Mujer, palabra mayor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario