Por Iván
Antonio Jurado Cortés
Existe mucha expectativa
por parte de la población, sin embargo las opiniones son encontradas; mientras
unos son completamente escépticos a los resultados que se puedan lograr, otros,
mantienen viva la esperanza de que esta fatídica controversia armada llegue a
su final, empezando con la dejación de armas y la concertación para implementación
de programas sociales incluyentes.
Lógicamente después de
intentar en cinco oportunidades la búsqueda de soluciones pacíficas al
enfrentamiento guerrerista, las opiniones seguirán fraccionadas generando
incredulidad o esperanza.
Las negociaciones en Cuba,
ha servido para aterrizar imprecisiones, fortalecer posiciones y enfocar la
intención por un sendero real, responsable y objetivo, arrojando un proceso diferente
a los anteriores, que, aprovechando las malas experiencias, hoy, las
actuaciones se hacen bajo argumentos ajustados a la necesidad de una sociedad
ambiciosa de tranquilidad y optimista por una mejor patria.
La ciudadanía de bien se
ha manifestado en diferentes escenarios para respaldar tan importante
acercamiento de los actores responsables del conflicto, solo algunos mal
intencionados, añoran que el objeto no se cumpla, por el contrario, son
partidarios de continuar en esta lucha equivoca que a la vista les ha arrojado
positivos resultados individuales.
No obstante, los
discursos son controversiales, mientras los negociadores del gobierno son
claros en afirmar que el propósito es que las FARC E.P. se reintegren a la
sociedad civil y puedan participar del proceder político electoral, la delegación subversiva en cambio, ha
reiterado que esta es la oportunidad para reformar estructuralmente el sistema
gubernamental en el país.
Desde ya se observan
contradicciones y actitudes no muy claras por parte del jefe negociador del
gobierno, donde textualmente ha expresado: “esta
es la oportunidad para la transformación de la sociedad…”, mientras en el
mismo discurso más adelante manifiesta:”no
hemos venido a discutir sobre el modelo económico, político o inversión
extranjera, solo a buscar una negociación para la deposición de las armas…”,
caso contrario con la contraparte, siempre han sido directos y concisos,
actitud que incomoda a una parte de los colombianos.
No se puede desconocer
que la razón fundamental que dio origen a la conformación de agrupaciones
armadas, fue el modelo político y económico del país; una estructura neoliberal
patentada por un capitalismo irresponsable ha originado resultados
antisociales, como aumento de la pobreza, desempleo y escasas oportunidades de
participación y equidad.
Es claro que la paz debe
discutirse sobre hechos reales, teniendo como referencia la existencia de una
gran problemática de desigualdad, injusticia, corrupción, desplazamiento y por
supuesto un sistema económico-político apático al pueblo.
El tiempo ha demostrado
que el actual sistema de gobierno no es el más conveniente para hacerle frente
a la ingente necesidad de cambio que la población espera. En este sentido, se
nota que el discurso de Iván Márquez está dentro de los términos inevitables
para un serio proceso, de lo contrario, no tendría objetividad y el esfuerzo y
sueño de millones de colombianos se iría al traste.
Los diálogos continuarán
a pesar de la susceptibilidad del proceso. Temas álgidos e incómodos para el
gobierno y capitalistas, como: tenencia de la tierra, implementación de una
verdadera reforma agraria, ley de restitución de tierras, participación en
política, judicialización por delitos de lesa humanidad, en fin, tornan unas
negociaciones sensibles, debido a la trascendencia de las temáticas.
Está en juego una real
transformación del Estado, idea inestable en el pensamiento de burgueses,
elitistas y neoliberales asolapados.
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