viernes, 31 de octubre de 2014

MALLAMA, ‘UN PARAÍSO’

Por Iván Antonio Jurado Cortés

El Piedemonte Costero de Nariño es una región ubicada geográficamente en el área de intersección entre la cordillera andina y la costa pacífica nariñense, motivo para que sus condiciones ambientales, culturales y sociales, difieran en algunos aspectos con las de otras secciones del departamento.

En este orden, el clima que reviste a esta hermosa subregión del suroccidente del país está supeditado a corrientes frías y cálidas de aire, que acarician sutilmente esta basta área del pacífico, provocando un espacio tropical rico en biodiversidad.

Rumbo a la ‘Perla del Pacífico’ en el corazón del piedemonte, se encuentra un prodigioso lugar denominado por los ancestros, Mallama, en honor a Felipe de Mallama, sacerdote y literato español que habitó hacia mediados del siglo XVI. Hoy, convertido en el próspero municipio de Mallama, Piedrancha su capital, ciudad enclavada bajo la majestuosidad del cerro ‘La Cruz’, circundada por el río Guabo, fundada alrededor del año 1646 por Crisanto Orbes, con la colaboración del presbítero Miguel Estupiñán.

Las especiales condiciones climatológicas han provocado en esta jurisdicción del departamento de Nariño una flora exquisita, acoplada perfectamente con un sin número de especies animales, generándole plena identificación a este paradisiaco escenario.

Mallama, tierra de gente amable, emprendedora; cuna de grandes intelectuales, dirigentes sociales, políticos, escritores y poetas, que suscriben esta historia particular en la realidad de Colombia y el mundo.

Los nueve mil mallamenses tienen la fortuna de gozarse las bondades naturales de la creación divina: ‘El Dedo de Dios’, aguas termales de Tercán y Guaisés, río Verde, jeroglíficos ancestrales en Pueblo Viejo y Puspued, y muchos lugares sagrados de este paraíso.

Sus habitantes, la mayoría indígenas de la etnia Pasto, distinguidos por sus capacidades intelectuales innatas, reales guardianes del mágico tesoro, herencia de la dignidad y fortaleza, se asientan en siete corregimientos y 28 veredas, todos unificados bajo el principio del buen vivir.

Actualmente esta maravillosa tierra, engendra su economía en sectores específicos: producción panelera, lechera, frutales, minería artesanal, entre otros, productos propios de los diferentes climas que van desde el cálido hasta el páramo, bordeando el imponente volcán Azufral. Propios y visitantes miran en este rincón al suroccidente de Nariño, una región proyectada al desarrollo integral.

Mallama, excelso paraíso engalanado con mujeres hermosas; indígenas arraigados a su tierra; labriegos compenetrados con la realidad del campo y una simbiosis equilibrada de naturaleza, vida, cultura y amor por lo propio. Cuando nos encontramos en Mallama, nuestros oídos sienten susurrar a los antiguos sabedores, conductores del sentido natural del planeta.

El olor a origen sigue intacto; las huellas marcadas con dignidad y autonomía de los dueños del paraíso, son garantes del futuro inmediato de sus descendientes.

Desde lo más sagrado de la pacha mama, vierte el mejor esplendor de la originalidad y linaje aborigen. Mallama, paraíso terrenal embrujador de emociones y dilucidador de encantos fraternales, corresponsables de la amabilidad y regocijo. Las bondades majestuosas permanentemente transforman el retrógrado pensamiento de quienes insisten en mirar a este terruño como una rampa de inseguridad y violencia.


Llegó la hora de romper estigmas lastimadores y engendrar confianza en las mentes dudosas que no han querido observar la generosidad. Su mirada al sur advierte el prodigioso futuro de la gente incansable de soñar y disfrutar lo mejor.

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