viernes, 24 de octubre de 2014

El Gran error

Por Iván Antonio Jurado Cortés

Cada vez que se cruza esta fecha, suele recordarse y traer a la mente el viejo cuento de nuestros docentes escolares, cuando recitaban armónica y orgullosamente las travesías del señor ‘Cristóbal Colón’, un aventurero italiano al servicio de la corona española, quien en medio de su fervor navegante puso a disposición de su majestad el rey, el deseo de emprender largos viajes en busca de oro y productos exóticos de climas tropicales.

En un debate de nunca acabar, el 12 de octubre se ha camuflado como celebración del  ‘Día de la Raza’, ‘Día de la Hispanidad’, ‘Día de la Resistencia Indígena’, entre otros, creados para referirse a esta atrocidad humana. En fin, es una fecha histórica que ha generado permanente discusión respecto a lo que verdaderamente sucedió. Sin embargo, la conclusión que el tiempo ha decantado es que no fue un descubrimiento sino la mutilación de una cultura milenaria.

Hoy, cuando han pasado más de quinientos años, continúa el mismo recital (Colón descubrió a América), convirtiéndose en actitud folclórica que enardece los ánimos de estudiantes desde el grado cero hasta el once, incluso la universidad. Muchos docentes nacieron con este viejo cuento y fallecieron creyéndoselo por completo, permitiendo a través de las descendencias engendrar una reforzada mentira sobre la tal hazaña del navegante Genovés.

La primera mala herencia por equivocación fue la denominación de ‘indios’ a unos nativos dueños de su tierra, quienes por miles de años la habitaron en sana paz. La segunda experiencia que cambió sistemáticamente la ideología de los pueblos originarios, se trató de la imposición de una secta religiosa, para los invasores una orden monárquica y de paso un sofisma distractor mientras se perpetuaba uno de los saqueos más sanguinarios de la historia.

Con el proceso invasor, se perdió la originalidad y el rumbo natural cambió de horizonte, conllevando a una soberbia mezcla étnica caracterizada por incongruencia de dos sangres; enraizando automáticamente otra forma de vida que cambiaría la historia de la humanidad.

Obviamente que fue un gran error someter a una raza bien cimentada en sus convicciones a un capricho absorbente de ladronicio europeo. Mayas, aztecas e incas, son muestras del avance organizativo y científico del gran pueblo americano que antes de semejante barbarie yacía en un mundo estable y planificado.

Aunque el proceso permitió el intercambio de productos agropecuarios, impactó más el daño cultural, irrumpiendo abruptamente un sistema organizativo propio de una región con una cosmovisión completamente diferente al viejo continente. Sin contar con enfermedades tan lesivas como la sífilis  que mató igual o más gente que los mismos enfrentamientos entre propietarios y hurtadores.

Ha sido tan grande el estigma, que aún pervive en el pensamiento retrógrado mestizo, sobre la supuesta inferioridad de la raza ancestral. Vivimos sometidos al paradigma de que lo importado es mejor, más cuando de cultura se trata.

Se ha negado la oportunidad de presenciar a través de la historia un desarrollo humano puro desde la perspectiva netamente cultural. Un gran error porque no se dejó terminar el ciclo de la semilla humana desde otra óptica, muy diferente a la visión que tenemos hoy de lo que es la vida.


Algunos dirán que es una maldita herencia, otros, fue lo mejor que pudo haber pasado, de todas formas, quedarán preguntas sin responder, ¿Qué tal de nuestra etnia si no hubiese mezclas? ¿Cómo estaríamos en organización sociopolítica? ¿Si el desarrollo fuese el mismo del que se habla actualmente? En fin, son muchos los interrogantes que carcomen la mente de los que soñamos con un mejor país.

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