viernes, 10 de octubre de 2014

El enredo de la igualdad

Por Iván Antonio Jurado Cortés

El gobierno nacional sigue enredado y hablando entre los dientes de la supuesta promesa, que en pleno agite en busca de una reelección presidencial el doctor ‘Juanpa’ hizo a los actuales ejecutivos del país, de igualar periodos electorales. Es cierto que después de la fiesta llega el guayabo, y este sí que es tremendo guayabo, porque esta propuesta aligerada no es que caiga muy bien en el seno del legislativo y el pueblo.

De todas maneras es una tarea para inaugurar al recién creado ministerio de la presidencia, más que una figura decorativa, es otro gasto innecesario que han exigido los dueños de la mermelada nacional. La ponencia presentada al congreso de la República es demasiado controvertida, empezando que son tres años los que entrarían a debate, con el argumento que las elecciones de autoridades municipales, departamentales y nacional sean en una sola fecha.

La primera opción con alto riesgo de aceptarse es que este periodo por única vez pueda prorrogarse o reelegirse por tres años más. La segunda propuesta, es que se podría elegir a los próximos alcaldes y gobernadores solo por tres años sin derecho a la reelección inmediata. En fin, por donde se le mire la calavera es ñata, especialmente para los que aspirarían de forma independiente, sin tener de rampa el aparato administrativo gubernamental.

Se alcanza a percibir que el mandato presidencial aunque era una simple promesa de campaña, tomó a más de un gobernante desprevenido, más cuando se empezaban a enfilar baterías para enfrentar las próximas elecciones. En el momento esta iniciativa pasa por la cámara baja, aparentemente gozando de mayoritario respaldo. Como es de esperarse, todo apunta a que esta discutida propuesta salga avante antes de finalizar el año, dejando con los crespos hechos a más de un desubicado.

Aquí ya no importa si la ponencia es procedente para el pueblo, solo interesa cumplirles con una palabra a quienes en segunda vuelta rescataron del hundimiento las intenciones del presidente Santos.

Según datos extraídos en la última década, el 70% de los elegidos por voto popular para ocupar las primeras magistraturas locales o regionales, son personas que inmediatamente anterior a postularse, han sido funcionarios públicos, hecho que se ha mantenido con proyección al aumento. Estos son los personajes que más preocupados están con el famoso alargue de periodo.

Aunque aparentemente muchos de los actuales alcaldes y gobernadores manifiestan tranquilidad y poco interés frente al tema, en el fondo, todos cruzan los dedos para que esta deuda presidencial se salde, y finalmente salir con la quemada frase: ‘mi nombre lo dejaré a consideración de los electores, si ellos miran conveniente, seguiré sirviéndoles…’. No se puede ocultar la realidad, a todos los mandatarios les interesa el jueguito.

Obviamente cualquiera que sea la propuesta, se definirá en unas urnas, con la ventaja de que el reelegido no tendrá más argumento que sacar a flote sus aciertos logrados o excusas por no haber concretado el objeto. En fin, los recursos públicos tarde o temprano se inclinarían a favorecer pretensiones reeleccionistas, tomando ventaja sobre los competidores sin envestidura.

El Estado no está preparado para afrontar una situación como esta. En algún momento este proceso desbordará los límites de la decencia y equilibrio electoral, y se convertirá en un desbarajuste fiscal sin precedentes. Serán contados con los dedos de la mano, los que renuncien a tal invitación o no se aprovechen del erario público para saciar sus intereses de poder.


El enredo de la igualdad es un asunto que en el fondo cambiará la historia de la elección popular en Colombia.

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