miércoles, 24 de septiembre de 2014

LA SOMBRA DE LA COSTUMBRE

Por Iván Antonio Jurado Cortés

Colombia es uno de los países insistente en mantener un sistema político que con el paso del tiempo solo ha demostrado aumento de problemas sociopolíticos estructurales, yendo en contra de los intereses de la clase popular.

El modelo neoliberal implementado en el  país del “Corazón de Jesús”, cada vez se perfecciona a favor de los grandes inversionistas, supuestamente los que mueven la economía nacional; de cierto modo es así; sin embargo, no se puede perder de vista que el consumismo es gracias al pueblo.

La tendencia del neoliberalismo es la globalización de la producción, siendo exclusivamente el factor económico el objetivo, pisoteando todo principio sociocultural, fomentando intereses capitalistas de grandes inversionistas, que por lo general son los mismos políticos o tienen injerencia directa con estos.

Después de varias décadas, hoy sin equivocación se concluye, que a medida que el sistema intensifica su capacidad, los resultados saltan a la vista: aumento del desempleo, pobreza, corrupción, injusticia, violencia y monopolización del poder económico y político.

La población ha aumentado considerablemente al mismo ritmo que el nivel de pobreza. Obviamente, la responsabilidad es compartida, debido que el constituyente primario es participe y determinante para que este modelo continúe enraizándose y causando sendos estragos en la mente y accionar de la sociedad, hipnotizada ante tanta desigualdad e injusticia.

Se ha dicho a los cuatro vientos que Colombia es la nación más desigual del mundo, hecho que no incomoda a nadie, por el contrario, apunta a engrandecer una cultura ´folclórica’ llena de vanas ilusiones y sueños jamás realizables. Finalmente aplaudimos cuando nos dicen que somos los más felices.

Lamentable observar la cultura de la ilegalidad, cada día en aumento, invadiendo progresivamente el sentimiento y contaminando la razón del buen proceder.

Pero todo tiene su lógica: “demos a Juan Pueblo lo que le gusta: rumba, comida y bebida; mientras nosotros organizamos y manejamos a nuestro antojo este país”… es una triste realidad, pero así es Colombia, nuestra patria.

Por estos días en el seno del congreso de la República, se discuten temas de gran impacto para el futuro político del país. Son modificaciones supuestamente estructurales de algunas leyes; aunque se aparenta ecuanimidad y avance en el proceso, se sabe que todo está fríamente calculado a favor del proceder neoliberal.

Es admirable la sutileza cómo los zorros políticos defienden sus iniciativas, de manera tal, que sin afectar la sensibilidad de los vulnerables, consiguen concretar propósitos en favor neto de sus intereses.

El acaparamiento del mercado es demasiado peligroso para la ciudadanía del común; en otras palabras, esto se transfiere a una esclavitud de consumismo, donde la actitud psicológica de cada mente humana juega un trascendental papel.

Lastimosamente nuestra cultura es permeada sutilmente por el voraz capitalismo hasta el punto de que hábitos innecesarios se conviertan en fundamentales para el supuesto desarrollo del ser humano.
Se acerca una época de fiestas navideñas, y el fervor religioso pasará a tercer plano gracias a una modernidad hipócrita y perjudicial para la salud y el comportamiento.

Con el desorden económico que vive actualmente Europa, donde países como España, Portugal Francia, Grecia y otros, afrontan la peor crisis financiera de la historia, después de ser sólidas potencias, hoy son acribilladas por un voraz modelo, “el capitalismo” y la teoría del consumismo.

Con lo anterior se demuestra que esta estructura económica-política está mandada a recoger; los cambios deben ser profundos, enfocados a la desmonopolización, participación y ecuanimidad financiera.


Es absurdo, pero es la verdad: la banca privada entró en crisis y el pueblo europeo es quien deberá pagar las multimillonarias deudas… la sombra de la costumbre ronda y opaca una cruel realidad, que temprano o tarde colapsará. 

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