Miércoles, julio 9 de 2014
Por Iván Antonio Jurado Cortés
A
escasas horas para finalizar la versión 20 del campeonato mundial de fútbol,
certamen organizado por la Federación Internacional de Futbol Asociado FIFA,
las cosas se encuentran en su lugar. Prepotentes selecciones que pensaron jugar
solo de nombre o historia, hoy, lloran su desdicha y de paso desilusionan a
millones de seguidores en el mundo entero. Mientras otras con su reservada
prudencia, fueron ovacionadas y reconocidas en su esfuerzo por tan dignas
presentaciones.
Obviamente
las posiciones institucionales y populares dependen directamente de los
resultados futbolísticos, especialmente en países folclóricos como los suramericanos.
Las redes informáticas se convirtieron en el mecanismo más sencillo para
expresar los pensamientos sociales en torno a la fiebre de la ‘pecosa’, siendo el
reflejo de nuestro sentir.
En
el tema del fútbol ha faltado página para que la gente exprese anhelos, sueños,
disgustos, alegrías y decepciones. Con este último acontecimiento futbolero,
las masas humanas de diversas culturas e idiomas, todas han disfrutado a su
estilo los triunfos o derrotas.
Ya
quedan dos partidos para clausurar la copa mundo, Brasil 2014, y aún se sigue
escuchando desatinados comentarios por parte de la prensa internacional
respecto al desempeño de sus representados o vecinos. La inesperada y
contundente derrota del onceno ‘verde amarela’, con un marcador que desbordó
cualquier presagio, indudablemente dividirá la historia del fútbol.
Las
cosas en su lugar, porque Colombia hizo lo que su capacidad psíquica, cultural
y folclórica le otorga; lo mismo Costa Rica y otras escuadras, unas con
síndrome de favoritismo, otras como cenicientas; al final, solo los equipos
coherentes psicológica y futbolísticamente se han impuesto sobre los ilusos y
soñadores. Ya en la semifinal, sobreviven los mejores.
Como
en el ‘deporte rey’, la lógica es relativa, en este momento, Brasil llora su
desdicha y se resigna a guardar sus esperanzas para la próxima cita orbital.
Una ‘naranja mecánica’ que nuevamente le ha sido esquivo el botín de oro,
permitiendo que dos selecciones conocidas perfectamente, con cinco títulos
encima, sean las afortunadas de acariciar el máximo galardón y de paso deleitar
a millones de aficionados en todo el planeta.
Como
todo en la vida, los humanos debemos prepararnos para atender hasta la mínima
circunstancia, máxime en el deporte cuando la mayoría de veces nos enceguece el
fanatismo. La tricolor arrojó lo que en su preparación había concebido, y su
hinchada celebró lo que sus embajadores ofrecieron. Es incomodo decirlo, pero
nuestra gente no está preparada para un triunfo mayor; necesariamente deben
romperse paradigmas para que algún día avancemos y festejemos. Por lo pronto
démonos por bien servidos.
El
campeonato mundial llega a su recta final, con augurios, muchos controvertidos.
Un supuesto robo a los colombianos, producto simple de nuestra efervescencia y
acalorado folclore. En otras palabras, pretextos para asimilar nuestra
acostumbrada realidad.
Las
cosas en su lugar, porque los semifinalistas son seleccionados preparados deportivamente
para este tipo de responsabilidades. Alemania o Argentina, cualquiera será
digna del más grande trofeo.
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