martes, 11 de febrero de 2014

FANATISMO ELECTORAL

Por Iván Antonio Jurado Cortés

En épocas electorales se nota mucho un fenómeno que a través del tiempo se ha vuelto una costumbre bien vista por los ciudadanos del común. Si se hace un análisis profundo y responsable sobre el tema, se llega a la conclusión que el impulso o fanatismo ha sido en gran parte el causante de atraso en los diferentes procesos sociales y políticos que se han realizado o se quieren engendrar de manera seria y planificada en una sociedad como la nuestra.

Por lo general las personas fanáticas siempre actúan en base a un sentimiento efímero, sin un argumento válido que justifique sus actos. Es un impulso que nace prácticamente del “corazón”, donde la razón es anulada sin prever el efecto nocivo que pueda causarle a la otra persona o a una comunidad.

Cuando preguntamos quienes son los responsables para que algunas personas actúen de forma impulsiva y desmedida en procedimientos electorales, la respuesta no se deja esperar, es el constituyente primario el primer comprometido en estos comportamientos, seguido lo están dirigentes o líderes que se postulan a cualquier cargo de elección popular.

En conclusión, el fanatismo es un proceder inconsciente de la gente, y la manera de combatir de raíz estas actuaciones irracionales es con educación ciudadana y planificación de tareas. Los verdaderos procesos de formación social se caracterizan por anclar bases con criterios sólidos, planificados y proyectados a congregar personas en una verdadera participación política.

Por lo general este tipo de actitudes suelen suceder con individuos que no poseen ninguna clase de formación política y, en el país del ‘Corazón de Jesús’ es considerable el número; aclarando que la política es la directriz que rige la actuación de una persona o sociedad.

La política es una palabra simple con contenido complejo, debido a la trascendencia en el actuar diario del ser vivo.

La política la practicamos desde que llegamos a este mundo. En el núcleo familiar es donde más acentuada y funcional debe ser esta palabra, de lo contrario nunca podríamos desenvolvernos en un ambiente armonioso de familia. En el trabajo, en el deporte, en el amor, prácticamente en todo lugar encontramos que las cosas tienen una razón de ser y deben ser planificadas.

El fanatismo adolece de planificación, ya que es una actitud impulsiva, apasionada y enceguecida a favor de un acto o una persona. Si queremos contribuir en mejorar esta falencia, debemos empezar por brindar espacios de inclusión, ilustración y posterior capacitación de lo que es un verdadero proceso y actuar político; más, si se trata de una campaña electoral.

No se puede perder de vista que la actividad electoral es efímera, así que si cometemos errores producto del fanatismo, estos marcarán a la persona y dejaran huellas a veces incorregibles y difícil de olvidar.

Se acerca una fecha electorera y la población colombiana se apresta para elegir un congreso de la República y posteriormente al presidente. Las maquinarias oligarcas y partidistas continúan en su demoledor trabajo de cada vez concentrar mayores adeptos, mantenerse en el cargo y afianzar un cuestionado poder político.


Colombia está llena de fanáticos electorales, muestra de ello, las jugadas camaleónicas y errores al momento de elegir a un servidor o funcionario público. La combinación de fanatismo y la necesidad laboral de muchos ciudadanos conllevan una soberbia mezcla, letal para el desarrollo y progreso de esta sociedad hambrienta de cambio pero que desfallece en su intento, todo por un obsoleto esquema que favorece a las minorías. Cada vez se determina que el problema no son los políticos sino la estructura del Estado.

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