Por Iván Antonio Jurado Cortés
Con
lo sucedido hace unos días en un hospital de la capital colombiana, respecto al
reciclador que fue atacado y supuestamente asesinado por sus ‘parceros’, a raíz
de una riña derivada del consumo de sustancias psicoactivas, y que después de
45 minutos ‘resucitó de entre los muertos’ para continuar viviendo, se confirma que nuestra nación es una de las
más ‘folclóricas’ del mundo, ya que este tipo de historietas solo se ven o
escuchan en novelas supersticiosas.
Este
cuento como el de la minifalda son consecuencia de nuestra ardua sobrevivencia
en medio de tanta laceración psicológica y a veces física, culpa de los
esquemas estatales equivocadamente diseñados para una patria que por momentos
parece boba.
Es
cierto que la política colombiana ha vivido lapsos históricos algunos más
degradantes que otros, resaltando el famoso ‘Frente Nacional’, coalición
político-electoral formada por la hegemonía partidista, con el fin de
beneficiar a los dueños de los partidos políticos tradicionales, Conservador y
Liberal. Este pacto clientelista caracterizado por la repartición en partes
iguales de la burocracia regional y nacional por espacio de 16 años
consecutivos, demolió a su paso pensamientos pluralistas de millones de
compatriotas que nunca compartieron ideales y procederes de estos grupos
políticos.
Muchos dirán que cada época es diferente, y
que la política es dinámica y se ajusta acorde a las circunstancias y espacio,
podría haber parte de razón en estos argumentos- pero lo que no se justifica es
el sometimiento del entendimiento popular a caprichos caudillistas, enfocados
exclusivamente a controlar el circulo capitalista, con el propósito de no perder
el poder, y de paso continuar con las propuestas privatizadoras propias de un
gobierno oligarca, mercantil y mezquino.
Pero la ‘mierdita que no tapó el gato’ en
pleno siglo XXI ha sido la conformación del partido ultraderechista ‘Uribe Centro
Democrático’, aunque suene burlón o ridículo, es una fuerza neoliberal que
prevé la ‘redención de los oprimidos’ (voz mesiánica) de uno de los gamonales
más cuestionados de las últimas décadas. Se dice que será el Consejo Nacional
Electoral quien finalmente avale o rechace semejante exabrupto que
indudablemente marcará la historia política-electoral de este país.
Si nada entorpece la intención paisa, mañana
serán los Santos de la U o Lleras de la G, los nuevos nombres de las sociedades
partidistas para proseguir entreteniendo las masas populares, soñadoras y
equivocadamente convencidas de que la salvación está en manos de estos comerciantes
de la dignidad humana.
Permitir que este cuento paisa se sobreponga
a cualquier proceso de participación ciudadana, es aceptar que se ha perdido el
rumbo socio-político, permitiendo el fortalecimiento de la esclavitud electoral
y por ende enfilarse a un sometimiento burocrático extirpador de la autonomía
ciudadana.
Estamos a puertas de unas elecciones parlamentarias
y presidenciales, donde solo se observa y escucha propuestas aligeradas en
busca de un endemoniado poder, más no de soluciones estructurales a tanto problema
de marca mayor. Seguimos de cuento en cuento…
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