Por Iván Antonio Jurado Cortés
No cabe
duda que la mujer latina en especial la colombiana goza de exuberante y natural
belleza, razón para que la lívido sexual masculina de europeos, gringos y
latinos se active al contemplar tan indispensable creación. Se calcula que más
del 85% de las damas nacionales que actualmente viven en el exterior han formalizado
relaciones sentimentales con extranjeros que, cautivados por la silueta,
dulzura, color de piel, sensualidad y manera de vestir han sido vislumbrados
por nuestras mujeres.
Hoy, dentro del folclorismo nacional
se habla del tema del uso de la minifalda que a simple vista es extremadamente
ridículo, debido que la discusión se enfoca en el simplismo de una prenda
femenina, más no se detienen en la profundidad del asunto como es la presunta
violación sexual a una mujer que lucía esta sensual prenda.
No hay
necesidad de estigmatizar la hermosura de nuestras connacionales con hechos incómodos,
indiscretos y antisociales, ya que el posicionamiento de la belleza no necesita
de actitudes mal interpretadas como la sucedida hace unos días en un reconocido
restaurante cerca a la gran capital, que la verdad, no parece haber sido una
cena discreta, más bien una rumba cargada de adrenalina, malicia, placer y
mucha pasión producto de un encuentro efímero lleno de curiosidades. Algo
normal si lo concebimos dentro del ambiente ‘pachanguero’ y de liberación
humana en el marco del libertinaje.
No se entiende
como los medios de comunicación nacional habiendo tantas noticias de interés
para las regiones, se dedicaran a cubrir ininterrumpidamente un suceso cargado
de suspicacia; alimentando el amarillismo y fomentando el chisme de quinta que solo acarrea desprestigio
e incredibilidad periodística y territorial. Solo las investigaciones nos dirán
si hubo acceso carnal violento contra esta joven o si fue una noche mal habida
por el exceso de licor y de confianza.
Aunque hasta el momento las
versiones son sórdidas y bastante difusas, no se descarta ninguna de las
hipótesis, incluyendo la más remota como la violación sexual. Aquí entra a
juego el otro mal entendido de la famosa liberación femenina, que quienes la
practican, actúan desmedidamente empezando por el abuso de vicios que antes eran
exclusivamente masculinos, coadyuvantes para alegrar y calentar el cuerpo sin
medir posteriores consecuencias.
Se dice que la presunta víctima es
una persona de 19 años que para el Estado colombiano es mayor de edad,
entendiéndose como responsable de pensamiento y actos, y que junto a otras
damas disfrutaba de una buena comida en medio de alcohol y rumba, para después
terminar abusada sexualmente.
El problema no fue la minifalda en
‘Carne de Res’ sino la irresponsabilidad de una persona por su errado
comentario, desde todo punto de vista desatinado. Jamás existirá argumento
válido para justificar el accionar violento de una persona contra otra, más
cuando de quebrantar la dignidad o la honra de una mujer se trate.
Lastimosamente este bochornoso
incidente de trascendencia nacional, ha demostrado el estado vulnerable del
colombiano en cuanto a la madurez sexual y la estigmatización hacia el género
femenino. Las palabras del propietario del establecimiento en cuestión es
producto del pensamiento machista, arcaico y prepotente de hombres que siguen
pensando que la subestimación de las mujeres es parte de la cotidianidad y
costumbre patria.
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