Por: Iván Antonio Jurado Cortés
Quince días sin servicio de
energía eléctrica y toda una vida sin otro fundamental como es el de agua de
consumo humano, son dos sinónimos para describir el nombre de un pueblo que hoy
está sumergido en la absoluta miseria y olvido estatal.
Los ataques indiscriminados de
la corrupción y la anarquía, son los responsables de esta debacle costera, que
sistemáticamente extermina ilusiones y masacra la dignidad y tolerancia
ciudadana. Esto es Tumaco, antes una ‘perla’ del pacífico; hoy, un territorio
minado de odio, venganza y desesperanza.
Irónicamente este cantón de la
geografía nacional es escogido reiteradamente para aterrizaje de altos funcionarios,
quienes con su característica arrogancia se transportan internamente por
senderos revestidos de alucinaciones, engalanados por el acompañamiento de
solemnes uniformes castrenses que finalmente es lo único que reposa en la mente
de estos visitantes, insistentes en manifestar que aquí no pasa nada, solo son
quejaderas de cualquier pobre_ todo gira en la normalidad.
A esta altura, todos los ministros,
congresistas y presidente de la República, son testigos de la guerra desenfrenada
que afronta esta comunidad porteña. Obviamente que desde cualquier azotea de
finos acabados y aire acondicionado, todo el horizonte se lo contempla hermoso;
sin embargo, para estos personajes, no pasa de ser un bello paisaje, demasiado
agradable para una elitista y desprevenida retina, mas nadie se entiende de los
problemas u ofrece soluciones estructurales para combatir esta cruda
confrontación armada. ‘Pañitos de agua tibia’ y una afrodisiaca cazuela de
mariscos, suelen ser efectivos para salir de paso y registrar en la noticia del
día una bofetada más.
Nadie puede echarle la culpa a
nadie, solo se sabe que si alguien muere: “por algo lo mataron”, una frase
desalentadora e incubadora de infernal terror, que desde temprana edad el habitante
tumaqueño entiende que debe aprender a lidiar con estos avatares que la vida le
proporciona.
La zozobra y la incertidumbre
han inundado estas mentes que viven contando milimétricamente un temido final.
Son más de tres décadas que Tumaco viene lidiando con la crisis socioeconómica,
con gran intensidad en los últimos doce años.
Hoy ‘La Perla’ se baña de sangre
inocente o culpable, eso ya no cuenta; solo se sabe que la esperanza de ciento
cincuenta mil isleños empieza a desfallecer_ cientos de viudas, miles de
infantes huérfanos, madres adolescentes cabezas de familia, casos insospechados
de malformaciones genéticas y cáncer y un sin número de ciudadanos llorando a
diario sus muertos… Tumaco no necesita batallones a cada esquina, ya se
demostró que esta estrategia no fue efectiva, por el contrario, enardeció los
ánimos guerreristas.
‘Tumatai’ tiene hambre, sed y le urge la
solidaridad y calor fraternal de los demás colombianos, especialmente del ente
gubernamental para combatir eficazmente la negligencia, impunidad, clientelismo,
corrupción y por supuesto el desbordante nivel de desempleo_ lo anterior se
resume en dos palabras: “Inversión Social real”.
Los continuos cortes de energía
eléctrica y el permanente debastecimiento hídrico, ponen a los tumaqueños al
borde de la desesperación, prueba reina para concluir que los incontables
acuerdos, compromisos y promesas gubernamentales son un mero sofista. Ya nadie
cree en nadie ni en nada, la sensibilidad ha sido resquebrajada y el viento
provocado antes por gigantes palmeras con la complicidad de las fraternales
olas marinas ha agotado su existencia. La luz de playa tropical se opaca por la
sombra de una perla sin brillo.
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