martes, 29 de octubre de 2013

UNA PENUMBRA DE DESOLACIÓN

Por: Iván Antonio Jurado Cortés

En infinitas ocasiones nos hemos referido a la isla de Tumaco, en la mayoría para elevar sendas poesías o exponer naturales atributos de este suelo paradisiaco, hecho que debiera ser repetido incansablemente, solo que hoy, nada de la bondad y naturalidad de esta prodigiosa tierra puede sobreponerse a tan miserable condición socio-política de esta población isleña.

Desempleo, el más alto del país que sobrepasa el 70%, corrupción, negligencia administrativa y nulos servicios básicos, son causas del extirpamiento de la solidaridad y mansedumbre de un pueblo que insiste en ser desesclavizado.

En el fondo el problema no es el corte indiscriminado de la energía eléctrica o la no prestación del servicio de agua potable y alcantarillado, sino la resignación de sus pobladores y los pésimos dirigentes a quien se les encomienda manejar las riendas sociales, políticas, ambientales y culturales de esta población portuaria.

Los anaqueles estatales son los mejores testigos de las limitadas intenciones de quienes dirigen los destinos de este cantón costeño, que por lo visto siempre apuntan a profundizar la endémica crisis tumaqueña.

Lo que sucede en Tumaco, es exclusivamente consecuencia de las equivocadas decisiones políticas que recurrentemente la ciudadanía isleña determina, especialmente al momento de elegir a sus gobernantes. Todos los problemas que afronta hoy ‘Tumatai’, son reflejo de la miope planificación, revestida de innata corrupción y clientelismo. Prueba de lo anterior es la letárgica actitud que toma la dirigencia civil y política al momento de enfrentar y buscar soluciones definitivas en beneficio colectivo.

Junto a los estructurales problemas, la insolidaridad es el otro flagelo que lentamente asesina y catapulta al egoísmo como la única salida al desespero social. En esta isla cada cual es un mundo aparte y solo actúa en beneficio personal, actitud que ha contribuido a alimentar esta guerra fratricida, dejando a su paso desolación en medio de una perpetua penumbra, enquistada en la mente de la mayoría de la ciudadanía camuflada en solemne impotencia.

Mientras vuestros corazones sigan participando y decidiendo políticamente, siempre obtendremos resultados endeblez, permeados por la mediocridad, escasos de estructuras apalancadas en realidades sentidas de las comunidades, como es el caso del desorden estatal que hoy vive la ‘Perla del Pacífico’.

El sentimentalismo combinado con el romanticismo son ideales para excelentes comportamiento de enamorados_ aunque se dice que el amor es fundamental en la toma de decisiones, también puede ser letal en el momento de fijar posiciones coherentes a la necesidad humana, más en un país movido por acciones conservadoras y espirituales, donde primero se piensa en salvar el alma aunque el cuerpo se descomponga o muera.


Del infortunio tumaqueño todos se quejan, opinan, critican, más no tienen la disposición de integrarse alrededor de un solo esfuerzo para enfrentar esta problemática tan particular. No se desconoce los aleatorios e improvisados esfuerzos de líderes comunales que intentan de alguna manera apropiarse de las colectivas necesidades; sin embargo, para lograr esta reivindicación, necesariamente hay que masificar intenciones y acciones, encaminándolas por el sendero de la autonomía, respeto, dignidad y posicionamiento estatal. En conclusión: ‘había que tocar fondo, para saber que estábamos equivocados’, y Tumaco ya lo tocó...

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