Por: Iván Antonio Jurado Cortés
En infinitas ocasiones nos hemos
referido a la isla de Tumaco, en la mayoría para elevar sendas poesías o
exponer naturales atributos de este suelo paradisiaco, hecho que debiera ser
repetido incansablemente, solo que hoy, nada de la bondad y naturalidad de esta
prodigiosa tierra puede sobreponerse a tan miserable condición socio-política
de esta población isleña.
Desempleo, el más alto del país
que sobrepasa el 70%, corrupción, negligencia administrativa y nulos servicios
básicos, son causas del extirpamiento de la solidaridad y mansedumbre de un
pueblo que insiste en ser desesclavizado.
Los anaqueles estatales son los
mejores testigos de las limitadas intenciones de quienes dirigen los destinos
de este cantón costeño, que por lo visto siempre apuntan a profundizar la
endémica crisis tumaqueña.
Lo que sucede en Tumaco, es
exclusivamente consecuencia de las equivocadas decisiones políticas que
recurrentemente la ciudadanía isleña determina, especialmente al momento de
elegir a sus gobernantes. Todos los problemas que afronta hoy ‘Tumatai’, son
reflejo de la miope planificación, revestida de innata corrupción y
clientelismo. Prueba de lo anterior es la letárgica actitud que toma la
dirigencia civil y política al momento de enfrentar y buscar soluciones
definitivas en beneficio colectivo.
Junto a los estructurales
problemas, la insolidaridad es el otro flagelo que lentamente asesina y
catapulta al egoísmo como la única salida al desespero social. En esta isla
cada cual es un mundo aparte y solo actúa en beneficio personal, actitud que ha
contribuido a alimentar esta guerra fratricida, dejando a su paso desolación en
medio de una perpetua penumbra, enquistada en la mente de la mayoría de la
ciudadanía camuflada en solemne impotencia.
Mientras vuestros corazones
sigan participando y decidiendo políticamente, siempre obtendremos resultados
endeblez, permeados por la mediocridad, escasos de estructuras apalancadas en
realidades sentidas de las comunidades, como es el caso del desorden estatal
que hoy vive la ‘Perla del Pacífico’.
El sentimentalismo combinado con
el romanticismo son ideales para excelentes comportamiento de enamorados_
aunque se dice que el amor es fundamental en la toma de decisiones, también
puede ser letal en el momento de fijar posiciones coherentes a la necesidad
humana, más en un país movido por acciones conservadoras y espirituales, donde
primero se piensa en salvar el alma aunque el cuerpo se descomponga o muera.
Del infortunio tumaqueño todos se
quejan, opinan, critican, más no tienen la disposición de integrarse alrededor
de un solo esfuerzo para enfrentar esta problemática tan particular. No se
desconoce los aleatorios e improvisados esfuerzos de líderes comunales que
intentan de alguna manera apropiarse de las colectivas necesidades; sin
embargo, para lograr esta reivindicación, necesariamente hay que masificar intenciones
y acciones, encaminándolas por el sendero de la autonomía, respeto, dignidad y
posicionamiento estatal. En conclusión: ‘había que tocar fondo, para saber que
estábamos equivocados’, y Tumaco ya lo tocó...
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