Por: Iván Antonio Jurado Cortes
Muchos de los problemas sociales
que afronta hoy nuestro país proceden del sistema gubernamental que
equivocadamente se ha implantado desde tiempos remotos. Hoy nos lamentamos que
se haya truncado el proyecto político del libertador Simón Bolívar, lastimosamente
los indicios que se dieron fueron insuficientes para emprender un desarrollo
ideológico acorde al sentir popular de la época y el futuro. Es por esta razón
que después del temprano fallecimiento del libertador, se cambia el rumbo de la
política colombiana.
Es tanta la profundización de
estos sectores que, hoy, en pleno siglo XXI, millones de colombianos defienden unos
planteamientos ideológicos que con el paso de los años borraron casi por
completo el pensamiento altruista que debiera poseer cualquier agrupación
política. Es la época, donde a diario se observa a muchos personajes de la ‘vida
pública’ cambiando de partido como ‘mudarse de camisa’, sin importar los
principios éticos e ideológicos que en el fondo son los que identifican a un
verdadero líder y agrupación socio-política.
Es lamentable y al mismo tiempo
preocupante la manera como dirigentes y constituyentes primarios comulgan en
pro de la desmantelacion de los esquemas democráticos, que en si son los
determinantes del desarrollo o atraso de una nación. En este orden, fieles
liberales mercantiles como la familia Santos Calderón, se disputa el poder para
gobernar un país, violando cualquier esquirla de ética o principio cívico.
Según la última encuesta ‘Colombia Opina’, elaborada por la firma Ipsos Napoleón Franco para
Noticias RCN, RCN Radio, La FM y SEMANA, se concluye que el actual presidente
de la República de Colombia presenta el nivel de popularidad más bajo de la
historia, hasta el tope de correr el riesgo de perder la continuidad; caso
contrario sucede con su primo ‘Pachito’ Santos, que repunta contundentemente
como favorito para ser el candidato oficial del nuevo capricho de Uribe Vélez,
el partido ‘Centro Democrático’.
Así como
están las cosas, todo apunta que los candidatos a disputar el mayor trofeo
electoral serán estos mencionados primitos, rompiendo cualquier veto moral,
costumbre o cultura electorera… estamos en Colombia, donde cada persona tiene
el santo de su devoción, pero en política-electoral solo tenemos dos Santos.
Obligatoriamente
al pueblo lo volverán más ‘devoto’ que de costumbre, pero esta vez con unas
divinidades provenientes de los senos más reservados del infierno social y
político, o mejor dicho de una convulsionada patria que perdió el rumbo de la
dignidad y participación ciudadana. El instinto colombiano ya tiene claro a
quien encenderle la veladora.
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