Por:
Iván Antonio Jurado Cortes
Como es costumbre,
por estos días empieza el agite político-electoral por todos los rincones de la
patria, proceso liderado principalmente por congresistas en ejercicio y los que
intentan llegar por primera vez a saborear la miel del poder legislativo. Así
mismo, los intereses presidencialistas también hacen lo suyo desde el
oficialismo y por supuesto la oposición. Desde el nivel local hasta el orden
nacional, el objetivo es el mismo: ganar una continuidad o imponer nuevas
figuras enmarcadas en un formato diseñado con enfoque neoliberal.
Antes de oficializarse esta
noticia, ya se escuchaban rumores acerca de la participación del expresidente
en las próximas justas electorales; aunque la mayoría de ciudadanos no creían
ni se lo imaginaban haciendo parte del cuerpo legislativo, hoy, con su propia
boca confirmo la ‘chiva’, hecho que puso en ‘brincos’ a sus inmediatos
contendores.
Mientras se mastica la noticia,
sus amigos y algunos adversarios manifiestan que será un congreso diferente a
los demás, debido que se ‘enriquecerá el debate’. Otros políticos expresan que el
exmandatario cambiara sus ataques en twiter por una discusión formalizada desde
la Cámara Alta.
En fin, son muchas las opiniones
referentes a la decisión tomada por este controvertido dirigente paisa; todos
concluyen que estas elecciones tendrá un tinte especial, por la contundencia
del personaje.
Sin embargo, esto no es lo
importante, sino lo que está en juego: una demostración desaforada de poder
político y económico, proyectada a desequilibrar un débil gobierno cada vez con
mayor improvisación. Ya está definida la rivalidad entre Santos y Uribe, que no
es ideológica sino una pelea mediática soportada en orgullo de mando y
decisiones coyunturales, que en nada afecta la estructura del gobierno
neoliberal fortalecido en los dos periodos de Uribe Vélez con el complemento de
Santos Calderón.
Son ‘aletazos de poder’ de dos
personajes que han contribuido para que hoy el país esté pasando por el peor
desorden social, económico y político, el uno por mantenerse en el ‘timón’ por
cuatro años más y el otro por demostrar que aun esta activo, y que podría con
su nueva envestidura de congresista, frenar o entorpecer el proyecto político decidido
por el actual ejecutivo y su combo.
Si en el momento, el rifirrafe
de estos señores ha causado polémica en el país, confundiendo a miles de
vulnerables ciudadanos, no me imagino el show que desde el Senado se podría
presentar con la presencia del paisa.
Aquí no existe una lucha por la
defensa del pueblo; dos políticos de corte conservador, elitista o arribista,
jamás diseñaran o intentaran proceder con propuestas generosas en favor de la
sana democracia o bienestar social. Por encima de ello, está el orgullo y la
meta de conservar el poder en toda su plenitud e integridad, con el objeto de
mantener una actitud esclavista y persuasiva, que al final de cuentas es una
hegemonía conservadora, enclaustrada en la mente del constituyente primario y
los constituidos.
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