lunes, 26 de agosto de 2013

‘CON EL AGUA AL CUELLO’

Por: Iván Antonio Jurado Cortes

Después de siete días de fuertes protestas como consecuencia del abandono estatal a la que han sido sometidos varios sectores de la producción nacional, hoy la incertidumbre por parte de los manifestantes es cada vez mayor, mas cuando los ministerios responsables de la política agropecuaria y social no han mostrado ni el mínimo interés en proponer soluciones coherentes a la realidad del país.

Es irónico que todas las organizaciones que se han volcado a las calles para exigir al gobierno resolución a sus peticiones, no tengan respaldo por las mal llamadas federaciones.

Arroceros, paperos, lecheros, cacaoteros, cafeteros, paneleros, mineros artesanales, entre otros, gozan de una figura burocrática denominada federación, cuyo objeto es velar por la organización y bienestar de sus representados. Sin embargo, desde que colapsaron los gremios productivos, los directivos de las federaciones guardan un silencio sepulcral, demostrando nulo interés por la verdadera problemática de los afectados. Con los paros escalonados que han paralizado a la nación, se ha determinado que estas figuras asociativas sobran.

En estos momentos de crisis es cuando los presidentes o gerentes gremiales debieran estar al frente de todo el proceso de acercamiento y concertación con el gobierno, acciones que no se han visto- y razones no faltan. Actualmente ninguno de los supuestos federados cree en sus representantes. Y no es para menos, con los últimos sucesos se ha concluido que los llamados indignados son los verdaderos afectados, que erróneamente han venido contribuyendo en el sostenimiento de la burocracia gremial.

El paro nacional agrario avanza en medio de la improvisación gubernamental, conllevando aceleradamente a una calamidad social y económica, que al final terminará en una profunda crisis humanitaria afectando obviamente a los más débiles. Claro está, que para negociar en medio de las protestas, el gobierno nacional debe tener dos propuestas claras: por una lado los recursos económicos necesarios para corregir el déficit financiero que representa la actividad comercial agraria y por el otro, la disponibilidad para establecer una política subsidiaria a mediano y largo plazo, dirigida a los sectores golpeados por las importaciones a causa de los devastadores TLC.

El huérfano estado de este justificado paro es lamentable; por ningún lado se observa la voluntad y compromiso político del Congreso de la República, quienes están en la obligación ética y legislativa de participar en búsqueda de soluciones positivas en favor de los vulnerables, que cada vez aumentan en proporciones preocupantes. En regiones como el altiplano cundiboyacense y Nariño, se viene sintiendo con mayor fuerza la crisis económica derivada de la degradación de la política agropecuaria, motivo para que sean las principales comunidades en levantar la voz.

Se debe aclarar que los ‘padres de la patria’ no pueden entenderse de esta exigencia popular, ya que por estos días no es conveniente ‘pintarse’ o mejor dicho ponerse en contra del gobierno central. Para estos personajes, primero está asegurar su reelección que enfrentar una situación muy comprometedora a sus intereses seudopatrióticas. “Que los campesinos se las arreglen solos,… estos votos no son significantes” manifestó un sinvergüenza senador oriundo de uno de los departamentos más golpeados por esta problemática.


Productores de todas las ramas se encuentran ‘con el agua al cuello’, esperando que una política estructural agraria resuelva esta discriminación histórica del campesinado por parte del Estado colombiano.

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