Por: Iván Antonio Jurado Cortés
Hace
unos días los medios de comunicación nacionales y extranjeros informaron al
país y al mundo que la guerrilla de las Farc – E.P. y el gobierno colombiano llegaron
a los primeros acuerdos. Aunque para algunas personas, los seis meses que ha
durado las conversaciones entre las dos partes ha sido demasiado tiempo, y que
estaban demorados en las conclusiones, para otras, las tomó por sorpresa la
rapidez con que se ha llegado a estos entendimientos. Lo importante es que ya
existen puntos mancomunados que dan una ruta a seguir en estos diálogos.
Obviamente
que el pueblo consciente siempre ha aclamado por el cese de hostilidades y la
guerra, sin embargo para que esto pueda ser realidad y sostenible en el tiempo,
necesariamente se deben agotar diferentes etapas que únicamente las arroja un
planteamiento serio entre implicados y dentro de un amparo legal, jurídico y
social.
Prácticamente
el proceso de paz esta soportado en tres ejes estructurales: política
agropecuaria, participación social y política de la guerrilla y un marco
jurídico para los mismos. Entendiendo que el primer eje ocupa el 70% de los diálogos,
debido que ha sido la causa indiscutible engendradora del conflicto interno
desde hace 60 años.
Ahora
la expectativa es mayor, ya que las conclusiones de esta etapa significarán
para el país un profundo cambio en la política del agro. Sin embargo, algunos
enemigos de la paz han expresado que con esto, los grandes propietarios de
tierras perderán sus derechos, algo descabellado desde todo punto de vista.
Acceso
y uso de la tierra; tierras improductivas; formalización de la propiedad;
frontera agrícola y protección de zonas de reserva; programas de desarrollo con
enfoque territorial; infraestructura y adecuación de tierras; desarrollo social:
salud, educación, vivienda y erradicación de la pobreza; estimulo a la
producción agropecuaria y a la economía solidaria y cooperativa: asistencia
técnica, subsidios y créditos; generación de ingresos: mercadeo y formalización
laboral; políticas alimentarias y nutricionales, son el resumen de lo acordado
en la primera fase.
Necesariamente
para llegar a la efectividad de las anteriores propuestas, el gobierno y la
nación deben prepararse para radicales cambios de toda la normatividad agraria
que hasta el momento existe, todo con el objeto de formular una política
enfocada a “un nuevo campo colombiano”, tal cual reza el lema de los primeros
acuerdos.
La
pregunta es: ¿Qué tanta voluntad tiene el gobierno para concretar estos cambios
en la vida real?, ¿Será que están dispuestos los tres poderes colombianos a
permitir una transformación a la política nacional a través de una
Constituyente y no de un simple referendo?, amanecerá y veremos…
Hay
que reconocer y valorar el esfuerzo que, a propósito debió ser inmenso para que
las partes hayan discutido, entendido y concertado que este país necesita la
paz, pero una paz real y sostenible en el tiempo, y que la única manera de ir
construyéndola es desenfundándose de ideologías fascistas, rompiendo paradigmas
que por años han mantenido a la nación viviendo de solo sueños.
Lógicamente
falta la participación y concepto del poder legislativo y judicial. Esto nos
llevaría a clarificar realmente las intensiones de parlamentarios y juristas
que se ufanan a los cuatro vientos deseando un país en paz, y manifestando que
los que se oponen a esta son los grupos guerrilleros.
Con
los primeros resultados sobre la mesa, ha llegado la hora de observar los
verdaderos propósitos de nuestros funcionarios y políticos de Colombia… los
puntos concluyentes, aunque aparentan sencillos, son en sí el camino ideal para
desenmarañar un sendero que siempre estuvo entrabado de odio, temor, zozobra,
sangre, desplazamientos, improvisaciones y egoísmos gubernamentales… estos
temas, si se desarrollan a profundidad, necesariamente repercutirán en el
pueblo a favor de la estabilidad social, laboral y política… sería llegar por fin
a hacer efectiva la añorada ‘Reforma Agraria’, que tanto aclama un campo
martirizado y por décadas olvidado.
Finalmente
la reflexión: “¿Por qué tuvo que esperarse más de medio siglo para reconocer y
entender que el problema del conflicto nació por una injusta y egoísta política
agraria?”…
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