lunes, 27 de mayo de 2013

LA ESENCIA DE LOS DIÁLOGOS


Por: Iván Antonio Jurado Cortés

Uno de los temas trascendentales que se discuten en la Habana, Cuba, en el marco del proceso de paz que adelanta el gobierno nacional con el grupo subversivo de las Farc –E.P, es el de la tenencia  y debida explotación de la tierra dentro de una justa política agropecuaria, mortificante para un selecto grupo de colombianos que evitan hablar del asunto; otro tanto, hacen fuerza interna y encojen hasta el ‘ojete’ pensando que en algún momento una decisión favorable al pueblo afecte sus macro intereses. ‘Es un toma y dame de individualismos’, que un escenario politizado como el colombiano es una verdadera proeza lograr resultados equilibrados socialmente.

A  medida que avanzan los diálogos, el pueblo colombiano aumenta su expectativa por el desenlace de esta primera etapa. Son millones de miradas las que se fijan alrededor de este espinoso tema, que para un gobierno de corte neoliberal y súbdito de Estados Unidos no es nada fácil, pues con decir que los pobres no tienen ‘plata’ para explotarla, se hace necesario fijar políticas que beneficien a los poderosos económicamente hablando,… ‘ellos son los únicos con capacidad para producir y generar empleo’, visión completamente errada, que a subyugado  la ilusión de millones de compatriotas que anhelan  garantías mínimas para labrar la tierra con sentido empresarial.

Los largos y desgastados procesos políticos y sociales a medida que avanzan en el tiempo, generan condiciones que al final desculturizan a la sociedad y convierten una mala acción en un estigma conformista, que indudablemente  perjudican sistemáticamente a los vulnerables de pensamiento. Las marchas que se han efectuado a favor de fortalecer este proceso de paz, son en si la respuesta a suplir una inmensa necesidad que por décadas la masa popular ha afrontado, y que hoy, no quiere postergar esta gran oportunidad de conseguir un mundo más equilibrado y participativo.

Pero mientras por un lado se habla del álgido tema de la tierra, tratando de encontrar una salida negociada a un conflicto que tiene como argumento la lucha de clases y poder, por el otro, a pasos agigantados, el gobierno Santos y empresarios  de  este país agitan sus locomotoras con el fin de acomodar en el mundo globalizado sus intereses y productos, que en la mayoría son resultado de una explotación indiscriminada de la clase obrera y agraria.

Pasado un año de entrado en vigencia el Tratado de Libre Comercio con el país del norte, hoy la incertidumbre es mayor en el agro nacional. Cada vez aumenta el porcentaje de fincas arruinadas, campesinos huyendo a las ciudades por la crisis y endurecimiento de las facilidades crediticias. A esto, sumado la miope política agraria que atormenta y acrecienta la desbandada rural.

El departamento de Nariño no es la excepción, más cuando históricamente ha sido la ‘cenicienta’ del agro colombiano; hoy, esta región sureña empieza a sentir la rigurosidad de la crisis agropecuaria: trigueros, paperos, paneleros, cacaoteros, lecheros, avicultores, en fin, todos los sectores de la producción lamentan el ‘latigazo’ de la indiferencia del gobierno nacional. Es preocupante la situación actual de Nariño, sabiendo que es una región netamente rural, donde el 80% depende directamente de la producción agropecuaria.

Y como si esta fuera poco, ahora con la famosa ‘Alianza Pacífico’, que se ha convenido entre algunos países aliados de Estados Unidos, donde Colombia también interviene de manera irresponsable, aumenta el riesgo de exterminar la estabilidad campesina. La amenaza es latente para departamentos incipientes en industrialización, entre ellos: Nariño, Cauca, Chocó, Caquetá, Huila, Putumayo, para hablar de los vecinos de la región sur y centro. Así como están las cosas, estas regiones serán las más afectadas por la aguda crisis que arremete sin consideración, hasta el punto de ponerlas en estado inviables.

Es por esta razón que los diálogos encaminados a lograr la paz con la guerrilla tienen tanta importancia, al tiempo que ajenos a este propósito la emprenden en buscar ‘zancadilla’ para obstaculizar el proceso. Por primera vez, estos llamados de acercamiento entre gobierno y rebeldes, tocan el tema más complejo, causante significativo de la crónica guerra civil que Colombia lidia desde hace seis décadas: la tierra y su manejo; al final de todo, es la estructura de la meta a alcanzar.

Entre dicho y dicho, se escucha: “en tiempo de crisis, salen las mejores soluciones”, creo que este refrán popular no está lejos de aplicarse en el país del ‘Corazón de Jesús’. La crisis social y campesina se ha transformado en una bomba de tiempo, que va lanza en ristre contra un sistema estatal anclado sobre las dolencias de la clase popular, y administrado solo por la élite y oligarquía criolla. Es una crisis que agudiza y amenaza seriamente el esquema neoliberal de gobierno…  La esencia de los diálogos en la Habana es la tierra y sus funciones agropecuarias con sostenibilidad rural. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario