lunes, 20 de mayo de 2013

EL’ HUÉRFANO’ DEL PIEDEMONTE


Por: Iván Antonio Jurado Cortés

La historia política de Colombia a través de los años ha ido decantando regiones, unas para el desarrollo y otras para un endémico abandono. Los procesos sociales y revolucionarios que desde el sur del país se emprendieron en el siglo XIX y XX, marcaron al departamento de Nariño, para que desde los gobiernos centralistas se le estigmatizara permanentemente, aludiendo razones geográficas y culturales para defender las inversiones miopes que hasta la actualidad se efectúan.

En este orden, la población nariñense ha tenido que afrontar serias dificultades con la inversión pública, conllevando a un retroceso en la proyección de una sociedad moderna. A esto se le suma, la deficiente gestión por parte de los parlamentarios que tradicionalmente proceden de similar manera al momento de insistir en la búsqueda de recursos para la provincia.

Nariño a diferencia de otros departamentos, es una zona estratégica para la industrialización y comercialización internacional, lástima que el karma llevado sobre su espalda pese más que la planificación e implementación de un verdadero modelo de desarrollo y progreso.

Dentro de este marco, existen regiones nariñenses que se sumergen prácticamente en el anonimato, es el caso paradójico de los municipios de la costa y algunas jurisdicciones del Piedemonte como el corregimiento de Altaquer, municipio de Barbacoas.

Altaquer, con una población promedia de 1500 habitantes, el 90% descendientes de la etnia Awá; ubicado geográficamente al suroriente de Barbacoas, hoy, es una comunidad aunque en el mapa político y administrativo es barbacoana, en  la realidad, es otra historia, la de una ‘comarca’ en absoluto abandono, viviendo de la misericordia de municipios vecinos como Ricaurte y en algún momento de Tumaco o Mallama, así sea para escuchar sus necesidades.

Es desafortunado el nombre: ‘huérfano’ del Piedemonte, herencia que recibieron los altaquereños dese el año 1916, cuando de manera arbitraria y sin argumento válido, el gobernador del departamento de aquella época acepta una Ordenanza, que de manera irresponsable arrebata esta sección de tierra del municipio de Ricaurte y la adhiere a Barbacoas, condenándola a una desgracia administrativa y política.

Para este hermoso y paradisiaco corregimiento, reconocido a nivel nacional e internacional por la producción silvestre de ‘chiro’ o ‘bananito’ y la belleza natural de sus mujeres, el desprendimiento de su natal Ricaurte le causó el peor traumatismo histórico, provocando aislamiento y por ende nulidad en la inversión pública. Es lamentable que solo en época electoral, los oportunistas candidatos visiten este olvidado pero cálido y noble rincón del Piedemonte costero.

La idiosincrasia, cultura, ambiente y sistema de producción en nada compaginan a las demás comunidades del municipio de Barbacoas, siendo la causa fundamental para que en casi un siglo no haya existido el mínimo acercamiento armonioso entre altaquereños y ‘barbacoanos’, caso contrario con Ricaurte, que de manera natural existe un mutuo entendimiento. Hoy se concluye, que la cultura regional juega un papel trascendental para que exista una interrelación fluida y permanente.

Es irónico que Altaquer, corregimiento a solo 56 kilómetros de la cabecera municipal de Barbacoas, no se lo considere parte de ese municipio, ni sea partícipe de las decisiones presupuestales, administrativas y políticas que por ley le corresponde… Altaquer es hoy el ‘huérfano’ del Piedemonte.

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