Por: Iván Antonio Jurado Cortés
La
historia política de Colombia a través de los años ha ido decantando regiones,
unas para el desarrollo y otras para un endémico abandono. Los procesos
sociales y revolucionarios que desde el sur del país se emprendieron en el siglo
XIX y XX, marcaron al departamento de Nariño, para que desde los gobiernos
centralistas se le estigmatizara permanentemente, aludiendo razones geográficas
y culturales para defender las inversiones miopes que hasta la actualidad se
efectúan.
Nariño
a diferencia de otros departamentos, es una zona estratégica para la
industrialización y comercialización internacional, lástima que el karma
llevado sobre su espalda pese más que la planificación e implementación de un
verdadero modelo de desarrollo y progreso.
Dentro
de este marco, existen regiones nariñenses que se sumergen prácticamente en el
anonimato, es el caso paradójico de los municipios de la costa y algunas
jurisdicciones del Piedemonte como el corregimiento de Altaquer, municipio de
Barbacoas.
Altaquer,
con una población promedia de 1500 habitantes, el 90% descendientes de la etnia
Awá; ubicado geográficamente al suroriente de Barbacoas, hoy, es una comunidad
aunque en el mapa político y administrativo es barbacoana, en la realidad, es otra historia, la de una
‘comarca’ en absoluto abandono, viviendo de la misericordia de municipios
vecinos como Ricaurte y en algún momento de Tumaco o Mallama, así sea para
escuchar sus necesidades.
Es
desafortunado el nombre: ‘huérfano’ del Piedemonte, herencia que recibieron los
altaquereños dese el año 1916, cuando de manera arbitraria y sin argumento
válido, el gobernador del departamento de aquella época acepta una Ordenanza,
que de manera irresponsable arrebata esta sección de tierra del municipio de
Ricaurte y la adhiere a Barbacoas, condenándola a una desgracia administrativa
y política.
Para
este hermoso y paradisiaco corregimiento, reconocido a nivel nacional e
internacional por la producción silvestre de ‘chiro’ o ‘bananito’ y la belleza
natural de sus mujeres, el desprendimiento de su natal Ricaurte le causó el peor
traumatismo histórico, provocando aislamiento y por ende nulidad en la
inversión pública. Es lamentable que solo en época electoral, los oportunistas
candidatos visiten este olvidado pero cálido y noble rincón del Piedemonte
costero.
La
idiosincrasia, cultura, ambiente y sistema de producción en nada compaginan a
las demás comunidades del municipio de Barbacoas, siendo la causa fundamental
para que en casi un siglo no haya existido el mínimo acercamiento armonioso
entre altaquereños y ‘barbacoanos’, caso contrario con Ricaurte, que de manera
natural existe un mutuo entendimiento. Hoy se concluye, que la cultura regional
juega un papel trascendental para que exista una interrelación fluida y
permanente.
Es
irónico que Altaquer, corregimiento a solo 56 kilómetros de la cabecera
municipal de Barbacoas, no se lo considere parte de ese municipio, ni sea
partícipe de las decisiones presupuestales, administrativas y políticas que por
ley le corresponde… Altaquer es hoy el ‘huérfano’ del Piedemonte.
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