lunes, 6 de mayo de 2013

LA ESQUINA DEL ‘MOVIMIENTO’


Por: Iván Antonio Jurado Cortés

El departamento de Nariño es una de las secciones del país identificada a través de la historia política reciente como una región con grandes inconvenientes de inversión pública proveniente del gobierno central. A pesar de que sus gobernantes han hecho ingentes esfuerzos en pro del desarrollo departamental, son muchas las limitaciones y necesidades que presentan estas comunidades asentadas al suroccidente de Colombia. En este orden, hay municipios con mayor atraso socioeconómico que otros, entre ellos los de la costa y Piedemonte.

Cuando hablamos de las limitaciones en inversión social y económica de estas jurisdicciones, se debe entender desde el punto de vista de país, ya que la participación y gestión por parte de la clase parlamentaria prácticamente es de baja incidencia, reflejándose en el abandono por parte del gobierno nacional, con la complicidad de los congresistas sureños que poco o nada aportan para saldar esta cuenta histórica en contra del departamento.

Nadie puede ocultar el atraso social que hoy afrontan las poblaciones rivereñas al ‘Mar de Balboa’, con un común denominador: NBI, muy lejos de la media departamental y nacional, fiel reflejo de un crónico proceso de olvido y desesperanza. A raíz de esto, en la actualidad estas tierras son utilizadas para la explotación de cultivos ilícitos y por ende el acantonamiento de grupos armados de todos los bandos. El Piedemonte no es la excepción, por el contrario, se ha convertido en la rampa de la planificación destructiva de los protagonistas del ‘negocio redondo’.

El ‘Plan Colombia’ en el gobierno de Andrés Pastrana fue el inicio de una serie de procedimientos nocivos a las comunidades, entre ellas las del pacífico, a pesar de los fuertes pronunciamientos de organismos internacionales y del rechazo de millones de colombianos, la fumigación aérea según el presidente y su séquito de ‘amigos’ era la solución perfecta para terminar con el tráfico de estupefacientes y la violencia interna, algo que en cuatro años se convirtió en simple retórica; para posteriormente continuar con la misma actitud solo que se cambia el nombre, ya no fue ‘Plan Colombia’ sino ‘Seguridad Democrática’ y finalmente prosperidad para Todos’.

Son catorce años continuos de estar insistiendo en una formula drásticamente perjudicial a las masas populares, experimentando con millones de vidas humanas, estigmatizando su condición social, y todo por unas disposiciones de la banca internacional que solo le interesa el capital invertido en esta finca llamada “Colombia”.

Un estudio juicioso realizado por la Pastoral Social de Tumaco, expone la triste degradación social que en la última década es el pan de cada día. No se puede asimilar que en el primer trimestre de este año sume más cien personas muertas, todas víctimas de la violencia y en su mayoría del municipio de Tumaco, que ha propósito se ha convertido en el epicentro de las acciones maquiavélicas, producto de la nueva política narco-militar que se impuso en ese sector de la geografía sureña.

Claro está que las acciones implementadas para derrotar la producción de alcaloides y a los que la patrocinan, son contrarias a la solicitado permanentemente por sus habitantes, perjudicando enormemente la sostenibilidad social, cultural, económica y ambiental de estos territorios.

Lastimosamente, de continuar con esta política impuesta por los Estados Unidos de Norteamérica, donde solo le interesa ‘cortar’ el negocio del narcotráfico sin importar quien pague las consecuencias, muy pronto el gobierno nariñense tendrá que afrontar la más grande crisis social nunca antes vivida… es una peligrosa bomba de tiempo lo que se cocina en esta región costera.

El litoral pacífico de Nariño es hoy ‘la esquina del movimiento’, que en nada se refiere al tema de la canción de la Sonora Matancera, sino por las actividades ilegales que a diario se efectúan. Geográficamente esta área se le explota impecablemente para interés privado, contrario a lo que debiera hacer el gobierno como punto referencia de exportación e importación de productos, que indudablemente formalizaría el empleo de miles de costeñas y costeños.

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