Por: Iván Antonio Jurado Cortés
Desde
hace unos años se viene lidiando con una de las tensiones más complicadas del
siglo XXI, y es el desafío que cada vez se agudiza entre dos potencias
nucleares, Corea del Norte y Estados Unidos de Norteamérica. No es raro que el
país norteamericano este nuevamente en este tipo de escenarios, debido que en
las dos décadas recientes ha sido protagonista de otras confrontaciones bélicas
en el medio oriente, justificando guerras que nunca tuvieron argumento, y que al
final de la historia, ni Irak ni Afganistán resultaron tan peligrosas como el
gobierno ‘gringo’ hizo creer a nivel internacional.
No
podemos desconocer la intromisión de EE.UU en el conflicto interno que vive
Siria, donde su interés es derrocar al actual gobierno, con el propósito de
montar marionetas con pensamiento ideológico capitalista, obedeciendo a los
principios del invasor.
Es
difícil explicarle al mundo las egoístas intenciones de la prepotente nación de
George Washington, entendiendo que no solo es el gobierno, sino la banca, la
iglesia, los medios de comunicación y las grandes multinacionales quienes aúnan
esfuerzos con el objeto de lograr propósitos que sin lugar a dudas les arroja
excelentes dividendos financieros. La consigna es clara: “oprimamos a los
pueblos”, porque de ellos proviene la riqueza.
Pero
como todo no puede ser gloria, por más poderoso o dominante que sea- en su
búsqueda desaforada de recursos naturales, económicos y culturales, Estados
Unidos se ha encontrado con un pequeño Estado, ubicado al otro extremo del
planeta: Corea del Norte, agrediéndolo con su acostumbrada seudo diplomacia y arrogante poderío militar,
y que hoy, como decimos en Colombia, le ‘salió el muerto al camino’. Corea del
Norte de régimen comunista, comandada por Kim Jong-nam, le ha respondido de la
misma manera como el señor Obama reacciona con los países que suele someter a
la esclavitud capitalista.
Este
país asiático con más de 27 millones de habitantes, ubicado al norte de la
península coreana, se prepara para enfrentar a una fuerza imperialista dirigida
por Barack Obama, secundada por algunos arrodillados latinos y la retrógrada
derecha europea. Los coreanos saben lo que poseen en armamento nuclear, tienen
la convicción de salvaguardar su dignidad patriótica por encima de lo que sea,
y lo más importante, saben que tienen la capacidad intelectual, militar y económica
para darle guerra a los que lo ataquen. El joven dirigente asiático ha sido
enfático en no tolerar la mínima agresión por parte de Norteamérica; al menor
intento, ellos responderán como se debe, defendiendo la autonomía y soberanía
de su patria libre.
Y
lo común en la estrategia ‘gringa’, ahora sus aliados son Corea del Sur y
Japón, utilizando sus territorios como rampa en una eventual guerra con sus
parientes norcoreanos. ¿Cuál es la razón de este eminente conflicto? Muy
sencilla la respuesta, a Estados Unidos no le conviene que países que no copien
sus directrices económicas y políticas, posean armamento nuclear que según
ellos, “pongan en riesgo la seguridad del planeta”, aduciendo que son locos,
comunistas o extremistas… y que sería una amenaza para gobiernos éticos y democráticos como el Norteamérica.
Con
que derecho y moral el señor Obama critica e impide el libre desarrollo
cultural y social de otros países, si su régimen es el primero que viola los derechos humanos, pisotea la
dignidad de sus pares y esclaviza a millones de personas en el mundo a través
de su política invasora, capitalista e inhumana, dejando a su paso millones de
pobres, conflictos internos y desesperanza en muchos pueblos del orbe.
Es
verdad que cualquier país que posea armamento nuclear, se convierte en una
seria amenaza para la paz, la seguridad y la estabilidad regional e internacional;
pero también es cierto que para Estados Unidos ésta ha sido la disculpa
perfecta para emprender el negocio de la guerra, que al final le arroja incalculables
ganancias, sin importar las víctimas.
Hoy
el mundo está en vilo, especialmente países que han mostrado simpatía con el
imperio, como Colombia y Perú en sur América y algunos centroamericanos; los
efectos de esta posible guerra serían devastadores, debido a la posición
geográfica de los aliados.
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