Por: Iván Antonio Jurado Cortés
El principal problema que ostenta el capitalismo
de alto nivel, es que en el proceder por conseguir su propósito no le importa
sobreponerse a la dignidad humana o a cualquier circunstancia que tenga que ver
con la vida e integridad de las personas. Lastimosamente Colombia es de los
pocos países latinoamericanos que aún defiende a capa y espada este sistema
neoliberal.
Desde 1991 en adelante, toda reforma
estructural que los gobiernos han realizado ha sido pensando en la
privatización de los derechos que cualquier connacional debiera gozar libre y
llanamente a nombre del Estado.
Como para remojar la memoria: los ministros
estrellas del gobierno Uribe Vélez, en el momento son directores o gerentes de
las multinacionales más poderosas y amenazantes de la soberanía; concluyendo
que el paso por los ministerios se convirtió para estos encopetados personajes
en experiencia, espionaje, manipulación y engaño al pueblo. Hoy desde el lado
empresarial saben que hay que enriquecerse a costa de la ingenuidad, inocencia
y folclorismo de la masa popular que alguna vez los defendió y aplaudió por sus
nombramientos. Y no es para menos, con un ‘culebrero’ tan astuto como el de Ubérrimo,
cualquier vulnerable come cuento…
Colombia lamentablemente con el cuentico de
la globalización de mercado, se ha convertido en la ‘finquita’ de muchos
poderos extranjeros que con la complicidad de políticos y empresarios
nacionales entran como ‘Pedro por su casa’, disponiendo de una riqueza
imposible para el resto de la ciudadanía, debido a las limitaciones
interpuestas por la institucionalidad del Estado. Con el paso de los años, es
una proeza que un pobre minero saque una licencia de explotación, caso
contrario a un inversionista de gran calado, que sin hacer fila, inmediatamente
la consigue… esto como para poner un ejemplo, muy cotidiano en la actualidad.
El pueblo colombiano con impotente mirada,
solo observa cómo sustraen la riqueza forestal, minera, cultural, entre otras,
que de no poner freno a estas actitudes, en poco tiempo no tendremos ‘Chocó
Biogeográfico’, ni Amazonía, ni llanos orientales, mucho menos áreas
productivas, todo por la tala indiscriminada, contaminación absurda e
introducción de modernismos, acolitada por miserables ‘pajecillos’ de paño
inglés, que anteponen su poder político y económico sobre la debilidad e
ignorancia política de sus representados.
Y como si esto fuera poco, el capitalismo
sigue rampante y absorbente, tal es el caso de los paquetes televisivos
cargados de programas violentos como: ‘El Patrón del mal’, ‘El Capo’, ‘Los tres
Caínes’, en fin; complementado con los famosos realitys, terminan idiotizando y
trasladando a la teleaudiencia a sueños peligrosos, que de llevarse a la práctica
terminarían con el fortalecimiento de la
recalcitrante violencia que vivimos los hijos del ‘Corazón de Jesús’.
Con lo anterior queda claro, que la cultura
colombiana revestida con principios de buen ciudadano, conservadores de la
dignidad, civismo y ética, está mandada a recoger; prima el dinero que puedan
recaudar estas empresas particulares de comunicación que la soberanía y
autoestima de las personas.
El Ministerio de Tecnologías de la
Información y las Comunicaciones TIC y la Comisión Nacional de Televisión
agachan la cabeza al ver como estos capitalistas devoradores de la consciencia
humana, arremeten contra la idiosincrasia y cultura del colombiano de a pie…
malhechores o bandidos que desaparecieron por su propia ley, hoy son
protagonistas en la pantalla chica; recreando la sangre amarga del criollo nacional
y convirtiéndose en ejemplo del mal para las incipientes camadas juveniles.
No me equivoco cuando manifiesto que estos
medios de comunicación ‘han dado en el clavo’, ya que diariamente sin ninguna
resistencia entran a los hogares de todo el país con un mensaje de folclorismo
violento, plato fuerte para este escenario de guerra que afronta la nación… el
objetivo es ‘ganar platica’ suave y sin sudar, a costa de ‘Juan Pachanga’…
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