Por: Iván Antonio Jurado Cortés
Después de ser una tierra de encanto y prodigio, hoy solo es un lugar de desesperanza, donde día a día claudica ante la impotente mirada de miles de isleños un dulce sueño que los antecesores siempre mantuvieron en sus refrescadas mentes… en lengua aborigen “Tumatai”, que traduce: ‘tierra del hombre bueno’ lastimosamente ha convertido su velo de pureza y remanso de tranquilidad, en un verdadero campo de batalla, donde todos apuntan y disparan en la idea de salvaguardar sus intereses y por ende cuidar de su propio pellejo.
Nadie puede echarle la culpa a nadie, solo se sabe que si alguien muere: “por algo lo mataron”, una frase desalentadora e incubadora de infernal terror, que desde temprana edad un ciudadano tumaqueño entiende que debe aprender a lidiar con estos avatares que la vida le proporciona. La zozobra y la incertidumbre han inundado estas mentes que viven contando milimétricamente un temido final. Son más de tres décadas que San Andrés de Tumaco viene afrontando esta crisis socioeconómica, sin embargo la intensidad se ha sentido con gran rigor en los últimos doce años.
Lo que sucede en esta sureña isla, es la prueba de que las fuerzas militares o consejos de seguridad no son la solución ideal para combatir la inseguridad ciudadana. Cuando entenderán las autoridades gubernamentales que un arma de fuego más que respeto provoca hostilidad, temor y limitación de las cotidianas acciones de la población, llámese dentro de la formalidad o ilegalidad… De acuerdo al índice poblacional, San Andrés de Tumaco es la ciudad donde más homicidios ocurren por mes, de los cuales el 95% son enmarcados en: “ajuste de cuentas”, lema que ha servido a la perfección para ocultar la debilidad de las autoridades y de paso tranquilizar a una multitud ávida de sensatas soluciones a esta maldita ola de violencia.
El ‘Plan Colombia’ en el gobierno de Andrés Pastrana fue el inicio de una serie de procedimientos nocivos a las comunidades, a pesar de los fuertes pronunciamientos de organismos internacionales y del rechazo de millones de colombianos, la fumigación aérea según el presidente y su séquito de ‘amigos’ era la solución perfecta para terminar con el tráfico de estupefacientes y la violencia interna, algo que en cuatro años se convirtió en simple retórica; para posteriormente continuar con la misma actitud solo que se cambia el nombre, ya no fue ‘Plan Colombia’ sino ‘Seguridad Democrática’ y finalmente dizque ‘Prosperidad para Todos’. Son ya catorce años continuos de estar insistiendo en una formula drásticamente perjudicial a las masas populares, experimentando con millones de vidas humanas y la estabilidad social, y todo por unas disposiciones de la banca internacional que solo les interesa su capital invertido en esta finca llamada “Colombia”.
La ‘Perla del Pacífico’, que tiñe de rojo bajo la mirada esquiva de miles e inermes costeños y foráneos, es el botón de muestra del fracaso absoluto de los gobiernos capitalistas en el modelo de combatir las mafias y corrupción en todos los niveles. Es la hora para cambiar la metodología amarillista del belicismo por hechos prácticos como la inversión social, direccionada a corregir el 60% del desempleo de la población activa, fortalecer la educación académica e investigación y por supuesto generar la confianza y espacios idóneos para la creación de micro, mediana y gran empresa; entendiendo siempre que hacer empresa no es venderle el territorio a las organizaciones multinacionales, porque eso sería más dañino que la misma fumigación o conflicto doméstico.
A raíz de las fumigaciones indiscriminadas en toda la costa nariñense, las consecuencias han sido muchas, entre ellas la contaminación de grandes extensiones de palma aceitera, exterminación de cultivos de pan coger y esterilidad de los suelos, dejando sin empleo directo a más de cincuenta mil tumaqueños y por supuesto, los coletazos al resto de población no se hicieron esperar. A esto sumado la nula inversión estatal y la acostumbrada corrupción administrativa de los gobernantes de turno que han mirado en esta embrujada isla un fortín de riqueza y poder político.
Hoy ‘La Perla’ se baña de sangre inocente o culpable, eso ya no cuenta; solo se sabe que la esperanza de ciento cincuenta mil isleños empieza a desfallecer… cientos de viudas, miles de infantes huérfanos, madres adolescentes cabezas de familia, casos insospechados de malformaciones genéticas y cáncer, y un sin número de ciudadanos llorando a diario sus muertos… Tumaco no necesita batallones a cada esquina, ya se demostró que esto no funciona ni funcionará… ‘La Perla del Pacífico’ tiene hambre, sed y le urge la solidaridad y calor fraternal de los demás colombianos, especialmente del ente gubernamental para combatir eficazmente la negligencia, impunidad, clientelismo, corrupción y por ende el preocupante nivel de desempleo… lo anterior se resume en dos palabras que en nuestro gobierno solo es demagogia: “Inversión Social”.
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