Por: Iván Antonio Jurado Cortés
Cuando las aguas parecían calmarse con la elección de personerías en todo el país, nuevamente empieza el tire y afloje por la elección de las gerencias de las Empresas Sociales del Estado o las populares ESEs. Y como cosa rara, alcaldes que ni siquiera han empezado a gobernar y a cumplir con sus responsabilidades encomendadas por el pueblo que los eligió, no duermen, trasnochándose en el nombramiento de las personas que asumirán la responsabilidad social y financiera de los centros hospitales. El caso se vuelve más notorio en los municipios de quinta y sexta categoría, donde por lo general los recursos trasladados a estas instituciones de salud son significativos comparados a los de sus administraciones.
Entre una de tantas disposiciones de la legislación colombiana está el sonado “concurso de méritos”, que casi siempre es un culto a la mafia del tráfico de influencias. Que ridículo más grande hacen nuestros honestos profesionales con las credenciales y requisitos necesarios, que de manera consciente y con todas las ilusiones participan en estas famosas postulaciones con el propósito de lograr el tan anhelado cargo; y de repente, después de agotar la paquidérmica tramitología y los pasos dispuestos para tal fin, terminan desilusionados, afectados en su dignidad y la ética.
Es de cabal cumplimiento abrir convocatoria e inscribir a todos los interesados en gerenciar las empresas sociales del Estado; anterior a esto, ya se debió determinar qué universidad o que entidad será la que evalué y califique a los participantes. Pero lo lamentable y preocupante, es que un sector considerable de estos jurados vienen siendo cómplices de la indiscriminada tentación económica por parte alcaldes corruptos, dispuestos a dar todo con el fin de quedarse prácticamente con el control absoluto de estas, “la gallinita de los huevos de oro”. Y como si esto fuera poco, el gerente electo termina siendo el que el mandatario local deseaba… Será coincidencia? O será que estos alcaldes son videntes?, en fin, lo lamentable es que en la mayoría de los casos se elige al peor. Y saben por qué? Porque este es el que viene destinado a compartir la “marranita”, perdiendo la verdadera proyección de una buena administración y por ende afectando a los usuarios.
Legalmente son los tres primeros meses cada cuatro años los dispuestos para que las Juntas Directivas de las empresas sociales del Estado determinen qué universidad será la ideal para que les practique el examen a miles de ciudadanos profesionales en salud dispuestos a convertirse en gerentes. Anteriormente el ejecutivo tenía la facultad de escoger de la terna que suministraba la universidad con los mejores puntajes. Sin embargo con el paso de los años, se notó que esta práctica se convirtió en una actividad clientelista diseñada para privilegiar y pagar favores políticos. Según investigaciones, se calcula que aproximadamente el 50% de las universidades que clasifican para este fin, sus jurados han tenido cualquier interés de por medio, inclusive algunos con mayor incidencia. Por esta razón se hizo un ajuste al procedimiento de elección, aplicando el principio de “meritocrasia” para que directamente el profesional con el mejor puntaje solo sea ratificado por el alcalde y se convierta en gerente.
Es función del Estado Colombiano propender por controlar este famoso y tristemente cultural tráfico de influencias, empezando con una contundente intervención de los entes de control y justicia, castigando con rigurosidad todas estas actitudes criminales que finalmente afectan a los más vulnerables. Por otro lado, el legislativo, conjuntamente con las dependencias gubernamentales encargadas de diseñar políticas para estos procesos, crear un estricto mecanismo para evitar al máximo culturizar la mafia destructora de la esperanza de millares de compatriotas que sueñan con participar laboralmente acorde a sus capacidades académicas. Que no sean los apellidos, compadrazgos o familiaridad de funcionarios públicos los que se beneficien con las oportunidades que se gestan permanentemente en el país del ‘Corazón de Jesús’.
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