Por: Iván Antonio Jurado Cortés
Después de las fiestas de fin de año y carnavales en el departamento de Nariño y sur del Cauca, viene el “guayabo” más tremendo que les da a los protagonistas de estas importantes y tradicionales celebraciones que con el paso del tiempo se han fortalecido en todos los lugares donde se realizan. Prácticamente a la mayoría de administraciones locales y a la departamental las inauguraron con la organización y manejo de las fiestas más importantes que se originan en los diferentes municipios del suroccidente del país. Ahora solo queda hacer el primer análisis y sacar las conclusiones pertinentes de las diligencias cumplidas con la sociedad nariñense.
No cabe duda que estas festividades carnavalescas son el mejor escenario para mostrar la cultura, el arte y por supuesto las costumbres de los pueblos. Con estos argumentos y otros que no menciono, fue que la UNESCO en septiembre del año 2009 catalogó a los carnavales de Negros y Blancos desarrollados en San Juan de Pasto como ‘Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad’. Su originalidad, creatividad y profesionalismo, son las cualidades más sobresalientes de estos perfectos trabajos artísticos que se muestran en estas fechas. Igualmente en poblaciones como Ipiales, Túquerres, Sandona y muchas más donde también se efectúan estas festividades, concluyen en el compromiso y sabiduría de los artesanos; obviamente que los incentivos económicos y condecoraciones son proporcionales a la población implicada.
Con lo anterior, se recuerda el gran adeudo que tienen las administraciones estatales con las comunidades comprometidas y responsables implicadas en un sector que solo aparece en los rubros como algo sin importancia y solo por cumplir un requisito legal, más no tiene la importancia del caso. Se habla tanto del apoyo a la cultura, pero casi nunca es coherente el discurso al hecho.
Es cierto que esos estándares de inversión vienen diseñados legalmente y predispuestos a ciertas limitaciones de inversión; sin embargo, esto no limita a los mandatarios para quedarse solo con dichas “limosnas”, por el contrario, los obliga a gestionar y conseguir recursos de otras entidades estatales o privadas; todo con el propósito de fortalecer el presupuesto inicial y de esta manera contribuir al desarrollo social, económico y cultural de una sociedad. Empezando nuevos gobiernos locales y regional, es vital recoger esta primera experiencia para fomentar una excelente cultura de compromiso ciudadano, especialmente por el arte y la idiosincrasia regional.
Nariño a nivel nacional se lo generaliza con los carnavales de Negros y Blancos, razón más que suficiente para fortalecer las inversiones estatales locales, pensando permanentemente en el progreso cultural y en el apoyo a esas personas que durante todo el año se dedican a trabajar incansablemente en sus indiscutibles obras de arte, para que posteriormente el resto de la ciudadanía pueda contemplarlas solo por unas horas; suficientes para que esas maravillosas imágenes queden grabadas en la mente de miles de propios y turistas que por esos días acuden y participan activamente de las mejores fiestas de la región, perdurando por muchos años la subliminidad y sutileza de esos genios del arte.
Pasado el puente festivo, solo queda sacudirse la cabeza de todo polvo existente y emprender los quehaceres diarios, y los nuevos gobernantes una ardua tarea política-administrativa, que generalmente es como volver a empezar de cero. Aunque se haya hecho el empalme legalmente formalizado por normatividad estatal, siempre queda la sensación prevenida de las acciones a comenzar. Lo importante es tener perfectamente claro el sendero político a proseguir de acuerdo a la ideología del proceso a la cual se representa. El inicio de la rutina anual se reviste de energías, objetivos y porque no de ilusiones con la mentalidad de marcar diferencia con el pasado. Y no es para menos, después de unos deliciosos y comprometedores polvitos que desde el bebe hasta el ‘viejito’ se los echaron, ahora queda recargarse de vigor, tomar impulso y contagiarse de entusiasmo para proceder con el ánimo arriba y no con guayabo, porque eso solo lleva a la tristeza y melancolía.
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