lunes, 11 de abril de 2011

LOS PIRATAS CONTRA LIBIA.

“La guerra no es un instinto, es un invento”,
 dijo el célebre humanista español José ortega y Gasset.

La guerra que hoy se libra contra el pueblo libio, al igual que la que desataron contra Irak, es un invento perverso detrás del cual se esconde el avieso propósito de despojar a libia del más codiciado recurso natural de la época contemporánea. El petróleo. Una de las primeras medidas que adopto Gadafi cuando se hizo al poder fue nacionalizar en petróleo, desde entonces la maquinaria informativa al servicio de las poderosas multinacionales petroleras, nos ha hecho creer que el patriota libio es una especie de criatura diabólica dispuesta a abrasar a la tierra con terribles bocanadas de fuego.

 Acusado de todos los crímenes y sin que los acusadores tengan prueba de que esos crímenes hubiesen sido cometidos por el gobierno de Gadafi, o con su complicidad, al pueblo libio le ha tocado soportar durante lustros aislamientos económicos y actos terroristas, como el que perpetrara el ex presidente norteamericano Ronald Reagan contra la residencia de Maumar Gadafi en 1986 y en el cual muriera su hija de tres años.


 Las hienas no razonan, solo saben nutrirse de despojos; si razonaran, en lugar de desatar una guerra ilegal en libia con el pretexto de defender la vida de un puñado de insurrecto instigados por los magnates del petróleo, los piratas occidentales estarían uniendo sus voluntades no solo para mitigar la tragedia de los habitantes del Japón sino para prevenir los incuantificables daños que pueden acarrearle a la humanidad las nubes radiactivas provenientes de los reactores nucleares averiados.

 No han hecho nada para mitigar ni el dolor ni el daño que ha ocasionado el tsunami en el Japón a decenas de miles de personas, pero el pavoroso golpe que le asesto la naturaleza a los hijos del sol naciente, sí ha notificado a las potencias imperiales de que la energía nuclear como forma alternativa de proveer electricidad tiene un futuro incierto.

La suspensión de la instalación de decenas de plantas de energía nuclear, la salida del servicio, en el corto y mediano plazo de otro tanto, la resistencia de los pacifistas y de los ecologistas  hace prever que el consumo de combustibles fósiles se incrementará. Este escenario, que ya conocen los mercaderes de la muerte, es una poderosa razón para que potencias como Francia, que depende de un 75% de la energía generada por reactores nucleares, estén invocando supuesta razones altruistas para apropiarse del petróleo libio, Si los funcionarios de la ONU no han sospechado siquiera que detrás la supuestas razones altruistas, lo que se esconde es un complot de la potencias agresoras para repartirse entre ellas el petróleo libio, a estas alturas ya debieron condenar los bombardeos en contra de las ciudades libias, como quiera que la resolución que autoriza el establecimiento de una zona de exclusión aérea, no incluye acción de guerra a favor o en contra de ninguna de las partes que se disputan el poder en ese territorio.

Los señores de la guerra violan el derecho internacional y desnaturalizan los propósitos de la ONU que entre otras cosas pugnan por el fomento de las relaciones de amistad entre la naciones, basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, tal cual reza el párrafo segundo de los propósitos consignados en la carta de las naciones unidas firmada en 1945. Libia, a pesar de ser un país pequeño y pobre con una población que no llega a los 7 millones de habitantes, tiene derecho a la igualdad, a la libre determinación, a resolver sus problemas internos sin intromisión extranjera y a decidir qué hacer con su petróleo recurso del cual depende el bienestar de su pueblo.

Para rematar permítame parafrasear una cita bíblica que aparece en Oseas 6 -12 que dice. ¿Por que habéis tornado el derecho en hiel y el fruto de la justicia en ajenjo y las riquezas naturales en botín de guerra?

Por: RODRIGO GOMEZ 

1 comentario:

  1. A esto llamo: CONOCER LA OTRA CARA DE LA MONEDA, PARA NO JUZGAR A LA LIGERA

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