Por Iván Antonio Jurado Cortés
Después de conocerse los resultados del
plebiscito donde se le preguntaba a los colombianos, “¿Apoya usted el Acuerdo
Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y
Duradera?”, se puede concluir que la ignorancia política del país es
extremadamente peligrosa. Para comprobarlo, suficiente medir la capacidad de
análisis con un problema que ha afectado toda una sociedad, el conflicto armado.
Se concluye que la violencia es innata al colombiano, y que intentar terminarla
es un insulto a la cultura.
Lamentable que existan seres mezquinos
que se aprovechen de la endémica ignorancia de un pueblo, para saciar su sed de
poder y capricho endiosado. Todo se ha consumado, no importó para nada el
padecimiento de millones de campesinos que por décadas han enfrentado la
crueldad de la guerra, mucho menos los seis años de negociación. Nuevamente se
ratifica ante el planeta que el país del ‘Corazón de Jesús’ es belicoso por
naturaleza.
Los resultados hablan solos, es la
certeza que la gente oprimida por la guerra con su voto dijo no querer seguir
siendo carne de cañón de los mercaderes de la muerte, que precisamente festejan
un gran error del adversario y la ignorancia de sus simpatizantes. Uno de los
ataques más salvajes en la historia de las Farc fue el de Bojayá en el Chocó;
hoy, este pueblo respondió casi en su totalidad que desea la tranquilidad y con
un rotundo SI expresó a los pregoneros
de la violencia, que los dejen vivir en paz. Ni que decir la enseñanza de
municipios como Toribío, Caloto, Cajibío, Miraflores, Silvia, Barbacoas, Tumaco
y San Vicente del Caguán, admirable.
La equivocada sensación de que el NO
conllevará a renegociar estructuralmente el conflicto, fue otra artimaña
inventada por los comerciantes de la ingenuidad, para lograr su maquiavélico
capricho de dominación popular. Qué ironía del plebiscito, mientras en Bogotá y
Medellín, celebran la supuesta derrota del gobierno Santos, en los campos sus
habitantes desesperan de impotencia, con la incertidumbre que mañana retornará el
ciclo vicioso del sometimiento
guerrerista, dejando a su paso el repetitivo cuadro de dolor y
desesperanza. La celebración del NO es un gesto sarcástico, porque sus
proponentes en el fondo sienten el sinsabor y peligrosidad.
Una vez más se comprueba que Colombia
además de ser el 6° país más ignorante del mundo, es donde la mentira y
chantaje reinan por doquier. Esta campaña del plebiscito indica que un buen
embuste al final cala hasta en mentes académicamente estructuradas; a esto
sumado el miedo y los ‘memes’ de las redes sociales, significativos al momento
de quebrantar la gallardía de la ignorancia. Definitivamente lo ocurrido este
domingo en Colombia, fuera de la ridiculez ante la opinión internacional,
plasma la sed de venganza y egoísmo del habitante convencional.
La prensa extranjera expone la
fragilidad de los sufragantes al momento de tomar decisiones para su propio
beneficio. Siempre se tuvo la duda desde cuando el gobierno insistió que sea la
ciudadanía la que patente los acuerdos de La Habana; la verdad, el país no
estaba preparado para quitarse su propia carga de esclavitud; la mente se ha
formateado al extremo que sea un ajeno quien libere del pecado y la opresión.
La ineficiencia del gobierno engendró la mayor duda en los indecisos, otro
tanto para la abstención y la mayoría para la equivocación.
Está claro el mensaje tenebroso de una
parte de la sociedad colombiana, quien dice NO y al mismo tiempo expresa querer
la paz. Esta esquizofrenia silenciosamente conlleva que la guerra sea una forma
de vida con mayores garantías que la pacificación. La conclusión arroja una
actitud de nerviosismo e incertidumbre en todos los participantes de esta
histórica fecha de participación ciudadana.
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