jueves, 24 de noviembre de 2016

IGNORANCIA POLÍTICA, ARMA LETAL

Por Iván Antonio Jurado Cortés

Después de conocerse los resultados del plebiscito donde se le preguntaba a los colombianos, “¿Apoya usted el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera?”, se puede concluir que la ignorancia política del país es extremadamente peligrosa. Para comprobarlo, suficiente medir la capacidad de análisis con un problema que ha afectado toda una sociedad, el conflicto armado. Se concluye que la violencia es innata al colombiano, y que intentar terminarla es un insulto a la cultura.

Lamentable que existan seres mezquinos que se aprovechen de la endémica ignorancia de un pueblo, para saciar su sed de poder y capricho endiosado. Todo se ha consumado, no importó para nada el padecimiento de millones de campesinos que por décadas han enfrentado la crueldad de la guerra, mucho menos los seis años de negociación. Nuevamente se ratifica ante el planeta que el país del ‘Corazón de Jesús’ es belicoso por naturaleza.

Hay que aclarar que frente al fracaso existen tres factores determinantes que finalmente otorgaron el resultado que en nada sorprende: la ignorancia política del constituyente primario, la astucia de un cicatero y la ineptitud del gobierno. Sin embargo, esto se pudo haber evitado, si el presidente hubiese dejado su orgullo y prepotencia y seguir el conducto regular que la misma carta magna le otorga. Pero más pudo el desafío a su máximo opositor que la sensatez por una exigencia nacional.

Los resultados hablan solos, es la certeza que la gente oprimida por la guerra con su voto dijo no querer seguir siendo carne de cañón de los mercaderes de la muerte, que precisamente festejan un gran error del adversario y la ignorancia de sus simpatizantes. Uno de los ataques más salvajes en la historia de las Farc fue el de Bojayá en el Chocó; hoy, este pueblo respondió casi en su totalidad que desea la tranquilidad y con un rotundo SI expresó  a los pregoneros de la violencia, que los dejen vivir en paz. Ni que decir la enseñanza de municipios como Toribío, Caloto, Cajibío, Miraflores, Silvia, Barbacoas, Tumaco y San Vicente del Caguán, admirable.

La equivocada sensación de que el NO conllevará a renegociar estructuralmente el conflicto, fue otra artimaña inventada por los comerciantes de la ingenuidad, para lograr su maquiavélico capricho de dominación popular. Qué ironía del plebiscito, mientras en Bogotá y Medellín, celebran la supuesta derrota del gobierno Santos, en los campos sus habitantes desesperan de impotencia, con la incertidumbre que mañana retornará el ciclo vicioso del sometimiento  guerrerista, dejando a su paso el repetitivo cuadro de dolor y desesperanza. La celebración del NO es un gesto sarcástico, porque sus proponentes en el fondo sienten el sinsabor y peligrosidad.

Una vez más se comprueba que Colombia además de ser el 6° país más ignorante del mundo, es donde la mentira y chantaje reinan por doquier. Esta campaña del plebiscito indica que un buen embuste al final cala hasta en mentes académicamente estructuradas; a esto sumado el miedo y los ‘memes’ de las redes sociales, significativos al momento de quebrantar la gallardía de la ignorancia. Definitivamente lo ocurrido este domingo en Colombia, fuera de la ridiculez ante la opinión internacional, plasma la sed de venganza y egoísmo del habitante convencional.

La prensa extranjera expone la fragilidad de los sufragantes al momento de tomar decisiones para su propio beneficio. Siempre se tuvo la duda desde cuando el gobierno insistió que sea la ciudadanía la que patente los acuerdos de La Habana; la verdad, el país no estaba preparado para quitarse su propia carga de esclavitud; la mente se ha formateado al extremo que sea un ajeno quien libere del pecado y la opresión. La ineficiencia del gobierno engendró la mayor duda en los indecisos, otro tanto para la abstención y la mayoría para la equivocación.

Está claro el mensaje tenebroso de una parte de la sociedad colombiana, quien dice NO y al mismo tiempo expresa querer la paz. Esta esquizofrenia silenciosamente conlleva que la guerra sea una forma de vida con mayores garantías que la pacificación. La conclusión arroja una actitud de nerviosismo e incertidumbre en todos los participantes de esta histórica fecha de participación ciudadana.

Es lógico que se llame a la cordura y se invite al causante de continuar en conflicto a charlar, pero con seguridad, las posturas arrogantes de los perversos no permitirán dar un paso más de los que se ha dado. ¿Será que la subversión está presta para unirse a los caprichosos antojos del ‘patrón del Ubérrimo’? Creo que mejor viven en las montañas que en medio de esta carroña política. 

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