lunes, 22 de agosto de 2016

La tentación del demonio

Por Iván Antonio Jurado Cortés

Los procesos de pacificación realizados en países en conflicto de cualquier parte del mundo, siempre han sido movidos por un natural afán de la población implicada, en favor de que callen los fusiles y diriman las dificultades; hecho que no sucede en Colombia, insólito, pero es la realidad; gran parte de sus habitantes no aceptan los acuerdos adelantados entre el gobierno nacional y la guerrilla de las FARC. Una de las razones para que la población colombiana este retraída, es el desconocimiento de los temas tratados y acordados.

Sin embargo, no es excusa para tomar impulsadas determinaciones que el día de mañana pueden ser causa de desórdenes públicos incontrolables, donde miles de indefensos o subordinados militarmente hablando perezcan como consecuencia de evitables choques armados. Claro está que la propuesta en la mesa de La Habana es la finalización de una degradante guerra con una agrupación subversiva militar y económicamente fortalecida, muestra de ello, la sostenibilidad por más de 50 años; y sigue ahí, campante en las selvas y cascos urbanos, siempre atentos a responder militarmente.

Otro de los desaciertos del gobierno nacional es expresar a los cuatro vientos que se firmará la paz, frase desencajada completamente, porque no es verdad; lo que pronto se acordará es el fin de un conflicto con una agrupación guerrerista, más no la pacificación del país. Para que este último propósito llegue, es indispensable mecanismos que recojan los intereses del pueblo inconforme social, política y económicamente. Es aquí donde los enemigos de la tranquilidad aprovechan para tergiversar y confundir especialmente a la despistada ciudadanía.

Esta equivocada interpretación entre pacificación y acuerdo, le ha permitido al demonio conjuntamente con su escuadra de diablillos, desenfundar una ansiosa estrategia de persuasión en contra de un acontecimiento que influiría en la disminución ostensible del conflicto, entendiendo que esta agrupación guerrillera ha sido la de mayor acción bélica. En esto hay temas que se les ha dado un manejo demasiado discreto por no decir secreto, que ha contribuido a ampliar las dudas en la mayoría de connacionales, convirtiéndose en un caballito de batalla de los que se resisten a un cambio en esta nación.

La población tendrá que conocer cada uno de los puntos acordados en la mesa de negociación, permitiéndole sacar sus propias conclusiones. Lo imperdonable es que personas movidas por ambición de poder, utilicen la inocencia o ignorancia de algunos colombianos para defender sus propios intereses, sin que ellos salgan afectados; comprometiendo de paso la seguridad y bienestar de desubicados que por su situación de vulnerabilidad o desconocimiento, se conviertan en víctimas de su propio proceder.

Se han surtido temas demasiado complejos, sin desconocer la trascendencia de otros que aún quedan por agotarse, conllevando al avistamiento de una gran posibilidad de acordar la cesación de una crónica guerra que ha incidido al igual que otras acciones en el atraso del país. De llegarse a concretar los puntos propuestos en la mesa de dialogo, sería un avance significativo para pensar en una pacificación del pueblo. Inevitablemente cuando suceden acuerdos con agrupaciones armadas al margen de la ley, uno de los productos visibles es la creación de movimientos o partidos políticos que enmarquen los intereses ideológicos por los que lucharon desde la clandestinidad.

Ha iniciado una campaña por todo el país, motivando a la gente para que asista masivamente a participar de un plebiscito que definirá la continuidad del proceso adelantado en Cuba o la terminación del mismo en caso de ganar el NO. Este mecanismo constitucional muestra la posición de los partidos y movimientos políticos, del empresariado y dirigencia nacional. ‘Colombia Opina’ de la firma Ipsos Napoleón Franco para RCN Radio, La FM, Noticias RCN y la revista Semana, indica que los encuestados se reparten entre el 50% por el NO; el 39% por el SÍ y el 11% de indecisos, palpándose lo que muchos ciudadanos piensan sobre este delicado tema.


Para el gobierno nacional es demasiado preocupante que a pocos días de invitar a los colombianos a participar de una consulta popular, exista semejante incertidumbre referente a la refrendación de los acuerdos pactados en la isla caribeña. La oposición a este suceso insiste no estar de acuerdo por razones de impunidad e ilegalidad. Ellos se han tomado el dolor de las verdaderas víctimas que en su mayoría apoyan el SI, para irse lanza en ristre contra una oportunidad de crecimiento ciudadano. La tentación del diablo está siendo más fuerte que las ilusiones de un país próspero, incluyente y equilibrado, que permita el desarrollo en sus comunidades.

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