Por Iván Antonio Jurado Cortés
Los
procesos de pacificación realizados en países en conflicto de cualquier parte
del mundo, siempre han sido movidos por un natural afán de la población
implicada, en favor de que callen los fusiles y diriman las dificultades; hecho
que no sucede en Colombia, insólito, pero es la realidad; gran parte de sus
habitantes no aceptan los acuerdos adelantados entre el gobierno nacional y la
guerrilla de las FARC. Una de las razones para que la población colombiana este
retraída, es el desconocimiento de los temas tratados y acordados.
Sin
embargo, no es excusa para tomar impulsadas determinaciones que el día de
mañana pueden ser causa de desórdenes públicos incontrolables, donde miles de
indefensos o subordinados militarmente hablando perezcan como consecuencia de
evitables choques armados. Claro está que la propuesta en la mesa de La Habana
es la finalización de una degradante guerra con una agrupación subversiva
militar y económicamente fortalecida, muestra de ello, la sostenibilidad por
más de 50 años; y sigue ahí, campante en las selvas y cascos urbanos, siempre
atentos a responder militarmente.
Esta
equivocada interpretación entre pacificación y acuerdo, le ha permitido al
demonio conjuntamente con su escuadra de diablillos, desenfundar una ansiosa
estrategia de persuasión en contra de un acontecimiento que influiría en la
disminución ostensible del conflicto, entendiendo que esta agrupación
guerrillera ha sido la de mayor acción bélica. En esto hay temas que se les ha
dado un manejo demasiado discreto por no decir secreto, que ha contribuido a
ampliar las dudas en la mayoría de connacionales, convirtiéndose en un
caballito de batalla de los que se resisten a un cambio en esta nación.
La
población tendrá que conocer cada uno de los puntos acordados en la mesa de
negociación, permitiéndole sacar sus propias conclusiones. Lo imperdonable es
que personas movidas por ambición de poder, utilicen la inocencia o ignorancia
de algunos colombianos para defender sus propios intereses, sin que ellos
salgan afectados; comprometiendo de paso la seguridad y bienestar de
desubicados que por su situación de vulnerabilidad o desconocimiento, se
conviertan en víctimas de su propio proceder.
Se
han surtido temas demasiado complejos, sin desconocer la trascendencia de otros
que aún quedan por agotarse, conllevando al avistamiento de una gran
posibilidad de acordar la cesación de una crónica guerra que ha incidido al
igual que otras acciones en el atraso del país. De llegarse a concretar los
puntos propuestos en la mesa de dialogo, sería un avance significativo para
pensar en una pacificación del pueblo. Inevitablemente cuando suceden acuerdos
con agrupaciones armadas al margen de la ley, uno de los productos visibles es
la creación de movimientos o partidos políticos que enmarquen los intereses
ideológicos por los que lucharon desde la clandestinidad.
Ha
iniciado una campaña por todo el país, motivando a la gente para que asista
masivamente a participar de un plebiscito que definirá la continuidad del
proceso adelantado en Cuba o la terminación del mismo en caso de ganar el NO. Este
mecanismo constitucional muestra la posición de los partidos y movimientos
políticos, del empresariado y dirigencia nacional. ‘Colombia Opina’ de la firma Ipsos Napoleón Franco para RCN Radio,
La FM, Noticias RCN y la revista Semana, indica que los encuestados se reparten
entre el 50% por el NO; el 39% por el SÍ y el 11% de indecisos, palpándose lo
que muchos ciudadanos piensan sobre este delicado tema.
Para
el gobierno nacional es demasiado preocupante que a pocos días de invitar a los
colombianos a participar de una consulta popular, exista semejante
incertidumbre referente a la refrendación de los acuerdos pactados en la isla
caribeña. La oposición a este suceso insiste no estar de acuerdo por razones de
impunidad e ilegalidad. Ellos se han tomado el dolor de las verdaderas víctimas
que en su mayoría apoyan el SI, para irse lanza en ristre contra una
oportunidad de crecimiento ciudadano. La tentación del diablo está siendo más
fuerte que las ilusiones de un país próspero, incluyente y equilibrado, que
permita el desarrollo en sus comunidades.
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