Por Iván Antonio Jurado Cortés
La población colombiana está expectante al
desarrollo del proceso de paz que se adelanta en la isla caribeña de Cuba;
organizaciones sociales, gremios, instituciones públicas, líderes políticos y
sociales, tienen la fe de que esta vez en Colombia se dará el inicio para la
consolidación de una pacificación nacional. Ciertamente es un paso difícil por
sus implicaciones; sin embargo, desde las partes negociadoras se hacen los
esfuerzos necesarios con el fin de garantizarle al pueblo una buena conclusión.
En este trasegar han jugado un relevante papel
entidades dirigidas a salvaguardar los derechos de las personas; sin embargo,
otras que también debieran de hacerlo, no se han manifestado. En este aspecto
el sector educativo del país se ha quedado corto al momento de tomar liderazgo
en favor del desarrollo social. Sin ánimo de entrar a polemizar, la docencia
colombiana se ha desentendido de temas donde ética y académicamente debiera
esta inmiscuida.
Hay que aclarar la responsabilidad y objetividad de
los dos campos de la educación académica: la secundaria y la universitaria. La
primera, la que debe enfocarse a la formación humana con las bases y principios
para fortalecer la convivencia, no se identifica como tal; al contrario, se ha
convertido en un formato estilizado que ha debilitado el altruismo auténtico de
la enseñanza. Mientras que la universitaria intenta importar innovaciones
algunas perjudiciales con demasiados tecnicismos, contraproducentes a la
exigencia criolla.
Aunque el sistema educativo en nuestro país impone
los lineamientos que rigen el destino académico, no es excusa para que
docentes, particularmente de primaria y secundaria, sigan en un mundo ausente
de la necesidad nacional. El proceso de paz además de otorgar el privilegio de
saciar el mayor sueño de una sociedad consciente, es un gran referente para
observar plenamente el compromiso y responsabilidad de parte de todos los
actores sociales, especialmente de organismos cuyo fin es preparar a la gente
para un mejor vivir.
Es inaceptable encontrar un significativo número de
profesores ignorantes en temas trascendentales para la nación. No solo en lo
referente a las conversaciones de paz, sino en otras actividades que exigen de
su permanente conectividad y dinamismo. Investigaciones relacionadas con el
asunto, arrojan cifras sorprendentes respecto al desconocimiento y
desvinculación de los enseñantes en temáticas de la vivencia diaria.
Se percibe sin ningún esfuerzo que la inclinación
de los maestros hacia la necesidad de las comunidades es deficiente, hasta el
punto de convertirse en agentes externos a la realidad comunitaria.
Aproximadamente el 45% de los educadores desconocen o son indolentes al llamado
que el pueblo les formula. Es preocupante, a pesar de la tecnología, que estos
pedagogos no manejen temas de consorte social, político, económico, cultural y
ambiental.
Lamentable que se dediquen exclusivamente a formar
jóvenes sin brindarles los conocimientos básicos, conllevando a una ciudadanía
sin conciencia política, convirtiéndola en carne de cañón de caciques de la
omnipotencia. Las evaluaciones para profesores corroboran un sistema
capitalista sin ninguna estructura sociopolítica, contraria a los intereses de
la pujanza colombiana. Los diálogos son la vitrina para detectar debilidades
magisteriales y sofismas politiqueros que permean la sensibilidad y neutralizan
los intentos de lucha de la clase afectada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario