martes, 21 de abril de 2015

‘TU CARA’ ME SUENA

Por Iván Antonio Jurado Cortés

Claro que  tu cara les suena a los productores, empresarios y dueños de la televisión colombiana. La degradación en este medio informativo ha llegado a tal punto, que ya no interesa para nada lo que el consumidor piense, después que la propuesta sea lucrativa, lo demás es lo de menos. Obviamente que la mayoría de estos concursos o realitys son simples copias de otros países con culturas completamente diferentes y estabilidad emocional particular, imperando la rentabilidad financiera por encima de la dignidad y cultura regional.

Por todos los órganos de los sentidos nos han metido estos shows importados, que en su mayoría son contraproducentes a la sensibilidad nacional, ni que decir de los seriados o novelas violentas basadas en historias de personajes destructivos de la cultura e idiosincrasia colombiana. Aunque estos espacios de concursos empezaron en Europa desde el año 1990, es a comienzo del siglo XXI cuando mayor auge toman, convirtiéndose en franquicias globales con decenas de versiones en diferentes países.

Desafortunadamente desde que la televisión privada invadió el espectro nacional a mediados del año 1998, empezó la retirada progresiva de la televisión pública, olvidándose el legado de ideales y principios claros, que fueron formulados desde su carácter estatal, siendo el fortalecimiento de la cultura y educación la prioridad.

Esta televisión costumbrista viene carcomiendo el real sentir del televidente, seduciéndole y poniéndolo en contra de su propia necesidad. Es irónico observar cómo la teleaudiencia defiende y exige este tipo de programaciones chatarras, que no son más que una distracción de carácter hipnotizador, correspondiente a deseos desesperados, producto de un fantasioso fanatismo folclórico.

No solamente tu cara les suena a los grandes emporios productores de audiovisuales, sino a las posturas políticas provenientes del seno neoliberal, cuyo fin exclusivamente económico, se sobrepone a cualquier esquirla de dignidad y respeto de la sociedad civil. Así como el sistema de salud nacional, la televisión es igual o peor dañina para la sociedad, los dos van en contra del bienestar humano.

En la última década y bajo el auspicio de las autoridades competentes, la televisión y radio comercial vienen supeditadas a un propósito mercantilista, desconociendo la cultura y costumbres de las comunidades; de esta manera las parrillas de programación en el 80% de su contenido son espacios netamente creados para los famosos concursos, realitys o programas monótonos como los mañaneros y vespertinos. Lógicamente que este tipo de estilos solo contribuyen a la desinformación, alteración de la naturalidad, embrutecimiento y retroceso en la educación natural.

“Un pueblo desinformado, es un pueblo ignorante en todos los aconteceres políticos, administrativos, sociales y culturales”, volviéndose vulnerable, fanático, agresivo, violento y destructor de su propia identidad. En la actualidad es normal en estos canales simultáneamente observar shows cargados de músculos, nalgas, besos, sexo y conversaciones estúpidas; mientras que los agónicos medios institucionales hacen intentos, a veces inútiles en pro de salvaguardar y fomentar la verdadera riqueza colombiana en todos sus aspectos.


Al final, los responsables no son estas empresas de comunicación privadas, sino la débil y anticultural reglamentación estatal quien permite bajo la inerme mirada social, el trastorno y degradación de la identidad nacional. El objeto de la televisión institucional es acribillado permanentemente por el monopolio mercantil de los medios particulares. El televidente se ha transformado en el conejillo de indias y la fuente directa de un avasallador enriquecimiento. ‘Tu cara’ me suena, y seguirá sonando hasta que la razón se sobreponga al corazón.

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