Por Iván Antonio Jurado Cortés
Colombia
al igual que otros países suramericanos se identifica por la particular idiosincrasia
de su población, en lo que sobresale las arraigadas costumbres y folclor,
específicos para cada región. En este aspecto, nuestra nación si es bastante
diferencial. Muestra de ello son las actividades populares al momento de
proceder en ocasiones especiales. Fiestas familiares, colectivas y remates de
fin de año, son ejemplos claros para entender el comportamiento criollo.
‘El
último y nos vamos’, es un dicho colombiano que expresado en el momento
oportuno, da a entender tranquilidad y relajación, interpretándose que la acción
del instante aparentemente dejará de realizarse en cuestión de segundos. Solo
que simplemente es una palabra con sentido figurado, coadyuvante para controlar
el propio afán de quien lo manifiesta.
En
la niñez, ‘el ultimo y nos vamos’, se transfiere a cuando el ‘chiquitín’ no
quiere dejar de jugar o separarse de sus amigos. En la juventud y madurez, este
dicho se vuelve más común de lo que pensamos.
Cuando
no queremos despegarnos de un gusto o placer, y al mismo tiempo contrariamos
con nuestra decisión, suele manifestarse la indescifrable frase ‘el último y
nos vamos’. Ni que decir en el Amor, cuando queremos vivir acarameladamente
pegados como siameses. De todas maneras estas palabras resumen el innato
folclorismo, producto de la idiosincrasia nacional.
‘El
último y nos vamos’, es una elocuencia mental colombiana que encaja
perfectamente con el título otorgado a esta patria, ‘la nación más feliz del
mundo’, según el Barómetro Global de Felicidad y Esperanza, que reveló el
Centro Nacional de Consultoría, donde Colombia sigue siendo el país más feliz
del mundo, con un índice neto de felicidad de 84 por ciento por encima del promedio
mundial de 48 por ciento.
Lo
que no se sabe es si esta felicidad es sinónimo de risa o del sentimiento
expresivo de estar bien. En todo caso nuestras manías o mal llamadas costumbres
se traducen en acciones, que demuestran lo contrario de la razón del
sentimentalismo básico. Es irónico la presentación de esta denominación,
entendiendo que este país ocupa los primeros lugares en desigualdad y en
repartición de la riqueza.
La
misma frase la manipulan nuestros políticos, con la diferencia que en la
mayoría de casos es con un sentido particular, ya que el placer no es
compartido, sino parte de una estrategia egoísta o maquiavélica en beneficio
propio. ‘El último y nos vamos’, muy bien practicado en los amantes, esos que se
confunden en pasión y lujuria.
Ni
que decir cuando jugamos un ‘picadito’ en la playa o en una improvisada calle
del barrio o vereda. Aunque a veces no pronunciemos estas mágicas y animosas
palabras, se las siente en el alma, al tiempo que es un sentimiento transmitido
simultáneamente a quienes nos comparten las acciones.
‘El
último y nos vamos’, es una sabiduría propia de nuestros ancestros, principio
de la creencia y convencimiento individual de poder autocontrolarse. Con este y
otros dichos, seguiremos expresándole al resto de América y al planeta entero
el por qué somos orgullosamente colombianos. Algunos dirían a mucho honor,
dignos hijos del ‘Corazón de Jesús’.
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