viernes, 6 de marzo de 2015

‘EL ÚLTIMO’ Y NOS VAMOS…

Por Iván Antonio Jurado Cortés

Colombia al igual que otros países suramericanos se identifica por la particular idiosincrasia de su población, en lo que sobresale las arraigadas costumbres y folclor, específicos para cada región. En este aspecto, nuestra nación si es bastante diferencial. Muestra de ello son las actividades populares al momento de proceder en ocasiones especiales. Fiestas familiares, colectivas y remates de fin de año, son ejemplos claros para entender el comportamiento criollo.

‘El último y nos vamos’, es un dicho colombiano que expresado en el momento oportuno, da a entender tranquilidad y relajación, interpretándose que la acción del instante aparentemente dejará de realizarse en cuestión de segundos. Solo que simplemente es una palabra con sentido figurado, coadyuvante para controlar el propio afán de quien lo manifiesta.

Esta terminología innata de la cultura del país cafetero es una costumbre propia del colombiano, que se asume con responsabilidad desde que se tiene uso de razón.

En la niñez, ‘el ultimo y nos vamos’, se transfiere a cuando el ‘chiquitín’ no quiere dejar de jugar o separarse de sus amigos. En la juventud y madurez, este dicho se vuelve más común de lo que pensamos.

Cuando no queremos despegarnos de un gusto o placer, y al mismo tiempo contrariamos con nuestra decisión, suele manifestarse la indescifrable frase ‘el último y nos vamos’. Ni que decir en el Amor, cuando queremos vivir acarameladamente pegados como siameses. De todas maneras estas palabras resumen el innato folclorismo, producto de la idiosincrasia nacional.

‘El último y nos vamos’, es una elocuencia mental colombiana que encaja perfectamente con el título otorgado a esta patria, ‘la nación más feliz del mundo’, según el Barómetro Global de Felicidad y Esperanza, que reveló el Centro Nacional de Consultoría, donde Colombia sigue siendo el país más feliz del mundo, con un índice neto de felicidad de 84 por ciento por encima del promedio mundial de 48 por ciento.

Lo que no se sabe es si esta felicidad es sinónimo de risa o del sentimiento expresivo de estar bien. En todo caso nuestras manías o mal llamadas costumbres se traducen en acciones, que demuestran lo contrario de la razón del sentimentalismo básico. Es irónico la presentación de esta denominación, entendiendo que este país ocupa los primeros lugares en desigualdad y en repartición de la riqueza.

La misma frase la manipulan nuestros políticos, con la diferencia que en la mayoría de casos es con un sentido particular, ya que el placer no es compartido, sino parte de una estrategia egoísta o maquiavélica en beneficio propio. ‘El último y nos vamos’, muy bien practicado en los amantes, esos que se confunden en pasión y lujuria.

Ni que decir cuando jugamos un ‘picadito’ en la playa o en una improvisada calle del barrio o vereda. Aunque a veces no pronunciemos estas mágicas y animosas palabras, se las siente en el alma, al tiempo que es un sentimiento transmitido simultáneamente a quienes nos comparten las acciones.


‘El último y nos vamos’, es una sabiduría propia de nuestros ancestros, principio de la creencia y convencimiento individual de poder autocontrolarse. Con este y otros dichos, seguiremos expresándole al resto de América y al planeta entero el por qué somos orgullosamente colombianos. Algunos dirían a mucho honor, dignos hijos del ‘Corazón de Jesús’.

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