martes, 25 de marzo de 2014

EL JUEGO DEL PODER

Por Iván Antonio Jurado Cortés

Desde cualquier punto de vista el poder es una palabra compleja, que siempre conlleva al control y dominio de las cosas. Desde la aparición del primer ser vivo se nota perfectamente que para superar las diferentes etapas y proyectar supervivencia a través del tiempo se hace necesario tener poder. Ningún ser viviente puede escapar al poder para sobrevivir. Para estas circunstancias de la vida se hace necesario gozar claramente de un poder.

Un ser viviente que no tenga poder, no podrá sobrevivir en ningún medio ni ante cualquier adversidad que la vida le plantee. Los animales a excepto del hombre, siempre han gozado de un natural poder para pervivir en el tiempo y en el espacio. Por eso una de los mecanismos perfectamente diseñados para demostrarle a sus semejantes que se goza de un poder, es la defensa de la integridad. Nunca nos extrañemos cuando un animal nos ataque; ellos siempre estarán dispuestos a poder defenderse.

Exceptuó al hombre del anterior comentario, ya que este individuo además del poder natural que posee, también a través de su descendencia ha logrado otro tipo de actitudes, argumentando que lo necesita; sin embargo tal poder, se ha convertido en un mecanismo para hacer mucho daño a los de su misma especie y a otras. Es el caso típico de la invención y utilización de armas de fuego y de destrucción masiva, fin; muchas otras herramientas que a través de la historia y en la actualidad utiliza como pretexto para defenderse del poder de los enemigos.

No solo el poder material ha diferenciado al hombre del resto de los animales, existe el poder perverso que también ha hecho daño a la humanidad. He aquí la diferencia abismal con el resto de animales, ya que estos a excepción del humano, nunca han actúan mal intencionadamente; ellos simplemente se defienden y protegen a los suyos, y se lo entiende como una respuesta lógica y natural para preservar la especie.

Cuando el hombre, además del poder natural que posee, insiste en buscar otros tipos de poder que lo conlleve a posar por encima de los demás, sin reparo de ninguna naturaleza; haciendo uso de la fuerza, de actos indiscriminados y de principios mal intencionados; en ese momento esa ansia de poder, se convierte en una enceguecida obsesión.

En algún pasaje de la historia humana, se llegó a considerar que el poder de la ambición  hacia parte de la genética. Ahora se dice que es una de las discusiones más absurdas que se hayan escuchado. La política ha sido una de las actividades que mas ligadas ha estado al poder. Obviamente cabe expresar que la planificación es necesaria y trascendental para la convivencia y el desarrollo de los pueblos; lastimosamente, esto ha servido de trampolín a muchos contagiados de poder obsesivo y ambicioso para inminiscuirse y sacar tajada de estos espacios lógicos del ser humano.

El instrumento más eficaz utilizado en pro del poder ha sido el dinero o todo lo que represente a este objeto. Nadie hasta el momento ha descubierto con certeza cuál fue el primer hombre “malo” o con poder mal intencionado y perverso que existió; sin embargo este fue el causante para desencadenar una serie de choques y persecuciones patentadas con la frase “hay que defendernos”, y para esto se necesita de un poder de organización, planificación y respuesta.

De todas maneras la historia de la humanidad nos ha enseñado que necesitamos de poder, todo con la misión de sobresalir siempre en beneficio propio y colectivo. Necesariamente cualquier ser vivo debe hacer uso del poder, con la sana convicción de desarrollarse en un medio de interrelación directa con el espacio que le rodea.

La política, que en otras palabras es simplemente la planificación de cómo realizar las cosas, de tal manera que vaya en beneficio propio y colectivo; obligatoriamente siempre se ha apoyado en el poder. Lastimosamente el poder de la política lleva a dos connotaciones: la primera, que es la de planificar y dirigir con principios de tolerancia, comprensión, equidad, participación e inclusión de todos los interesados; esta, en resumen es la buena política.

La segunda connotación reviste a la política de un poder maligno, con el claro propósito de utilizar todo lo que esté a su alcance, con la finalidad de causar debilidad permanente y por ende sometimiento progresivo a sus semejantes. Particularmente esta actitud ha sido una causante engendrada en el cerebro de ciertos humanos, para reflejarla y proyectarla en una mayoría vulnerable y ansiosa de sobrevivir, sin medir las consecuencias y las secuelas que dejarían al paso con estos soberbios procedimientos. Es el poder de la destrucción.


No hay comentarios:

Publicar un comentario