Por:
Iván Antonio Jurado Cortés
Paradójicamente
en la semana que termina se escucharon dos noticias que deben preocupar y
concientizar a toda la ciudadanía colombiana: por un lado el disciplinado
informe “¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad” que trata sobre el
conflicto armado que libra nuestra nación desde el año 1958, donde se expone
con precisión el número de víctimas mortales, lisiadas, secuestros,
extorciones, en fin, muchos hechos victimizantes propios de una cruenta guerra;
y por el otro, la absurda decisión del gobierno de retirar la Oficina de los
Derechos Humanos adscrita a la Organización de las Naciones Unidas.
Más
preocupante aún, cuando el informe sobre la violencia colombiana demuestra que
el 80% de las víctimas corresponden a población civil, entendiéndose que este
despiadado conflicto afecta directamente al ciudadano común y corriente,
lastimando de muerte al tejido social nacional. Se alcanza a percibir que el
‘plomo’ alcanza a todo mundo, nadie está exento de la barbarie de la guerra.
Sin
embargo, un selecto grupo de compatriotas insisten por todos los medios para
que este sistémico flagelo bélico continúe indefinidamente, no importan los
millares de nacionales que sigan perdiendo la vida, solo interesa la
rentabilidad financiera y las coyunturas político-electorales que pueda salir
de este maquiavélico juego. Un hecho que ha servido para medir las capacidades
de convicción y responsabilidad popular es el actual ‘proceso de paz’, que
perfectamente nos arroja los prototipos de dirigentes o seudo-dirigentes que
gobiernan a Colombia. Es el escenario ideal para catear pulso.
Según
esta investigación sobre la guerra colombiana, más de 220.000 muertos se
registran desde finales de la década de los cincuenta hasta la fecha, siendo la
mayoría perpetradas por grupos paramilitares, en menor proporción la guerrilla.
Es inconcebible desde todo punto del entendimiento, aceptar que el país anda
bien por lo tanto no se hace necesario contar con apoyo internacional respecto
a la protección de los Derechos Humanos… sabemos todos que es una gran falacia las
expresiones del ejecutivo, más cuando argumenta que la justicia interna es
suficiente para atender semejante problemática.
Las
cifras demuestran la progresión y agudización de la guerra, de igual modo
refleja la ineptitud del Estado para atender y solucionar todas las acciones
violentas producto del conflicto. Los casos de impunidad y limitada
investigación sobrepasan el 75% del total de los hechos. Con esta magnitud,
Colombia necesariamente debe hacerse del permanente apoyo de la Oficina de los
Derechos Humanos, sabiendo que es uno de los países en el mundo donde más se
los viola.
¿Que
gana el estado colombiano al evitar que la Oficina de los Derechos Humanos
permanezca en el país? Sabiendo que está comprobado la inoperancia del esquema
judicial… la estructura gubernamental no es acorde a los requerimientos del
pueblo; las políticas aplicadas en gran parte van en contravía de los intereses
de las mayorías… encajan en este refrán muy conocido: “en el país de los ciegos
el tuerto es rey”… no hay brújula de gobierno.
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