lunes, 27 de agosto de 2012

‘VAMONOS PAL MONTE’,…

Por: Iván Antonio Jurado Cortés

(Vámonos pal monte pal monte pa huarachar, vámonos pal monte que el monte me gusta más…), así reza una de las estrofas de esta clásica canción salsera del maestro Eddie Palmieri, uno de los mejores pianistas que ha tenido el mundo de la salsa en toda su historia. El tema “Vámonos pal monte” se grabó por primera vez en el año 1972, y desde esa fecha siempre se ha catalogado como un verdadero clásico… muchas de las letras de este tipo de composiciones hacen alusión a la tranquilidad, regocijo y sano ambiente que emanan los sitios alejados de grandes y bulliciosos ruidos como los que producen las encerradas ciudades. Colombia al igual que la mayoría de países americanos cuentan con enormes espacios territoriales vestidos de encantadoras montañas, sabanas, valles y por supuesto de inconfundibles costas.

Desafortunadamente la palabra “campesino” se ha venido interpretando equivocadamente en el argot popular del colombiano, incluso son las mismas autoridades gubernamentales las que se han encargado en muchas oportunidades de menospreciar a los compatriotas que viven y laboran en los campos nacionales. El solo hecho de provenir directamente de los indígenas es razón suficiente para que se conserve la vocación rural, sin embargo, los más de quinientos años desde que se produjo la mezcla racial y cambio de actitud en la descendencia amerindia, ha permitido el olvido de las costumbres ancestrales.

Ser campesino no debe ser sinónimo de desigualdad o ultraje así como viene sucediendo cada vez con mayor incidencia con las mujeres y hombres dedicados a la producción agropecuaria nacional. Desde las mismas leyes están diseñadas a ofender y no reconocer a la actividad laboral más importante y vital para el desarrollo armónico y equilibrado de una sociedad. Ser campesino en Argentina, Uruguay, Chile, Estados Unidos o en Europa es equivalente de honor y orgullo. Este sector indispensable para la producción de un país, necesariamente debería de ocupar toda la atención del caso, especialmente en inversión, investigación y financiación, tal cual lo tienen otros estados del mismo nivel que Colombia.

Se calcula que el 40% de la población del país se encuentra ubicada en área rural con proyección a disminuir, siendo vital este porcentaje para la sostenibilidad alimentaria; lástima que la actual tendencia política vaya en contravía de las reales necesidades del agrario nacional. De los treinta y dos departamentos de la jurisdicción colombiana, Nariño es uno de las más rurales, llegando hasta un 65% de personas residentes en suelo campesino, manifestándose la importancia regional que emana esta posición; conllevando a una inmensa responsabilidad del gobierno departamental en enfocar sus esfuerzos en pro de salvaguardar y fortalecer esta sección de la economía. La situación de conflicto interno, viene influyendo en la toma apresurada de decisiones por parte de nuestros campesinos, optando por abandonar su herramienta de trabajo y volcarse a las grandes urbes en busca de mejores condiciones de vida, aumentando con esto el índice de desocupación y miseria.

No hay nada mejor como comerse un delicioso sancocho de gallina criolla o una rica carne asada o ahumada, o que levantarse en las mañanas y contemplar el paisaje natural, disfrutar del chillar de los pájaros, el bramar del río, y respirar un aire puro, saludable y revitalizante… estas bondades son únicas en el campo, más se anulan en la ciudad. Hoy los estudios arrojan datos preocupantes, como: el 90% de los citadinos sufren de estrés, mientras que solo el 10% de los campesinos lo presentan, siendo el factor económico la principal causa; sin olvidar que el estrés es el inicio de posteriores enfermedades. Gran parte de la solución de la violencia social y económica colombiana está en el sostenible retorno, inversión e importancia al sector agropecuario.

Es hora de invertir en el campesinado, motivándolo, capacitándolo y apoyándolo económicamente con el sano propósito de garantizar prosperidad democrática, así como dice el lema: “prosperidad para todos”, que no sean solo una publicidad amarillista sino una acertada decisión gubernamental. Que un día de estos escuchemos la canción “vámonos pal monte, porque el monte nos gusta más”… no se puede desconocer que la cura a la mayoría de problemas está en una frase sencilla pero efectiva: ‘retornar al campo’.

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