lunes, 30 de abril de 2012

TLC, CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

Por: Iván Antonio Jurado Cortés
                  
Desde el inicio del famoso neoliberalismo que no es más que un culto a una desenfrenada e irresponsable globalización económica,  también empezó el calvario para millones de colombianos que siempre han soñado por un país incluyente y con mejores oportunidades labores, sociales y por supuesto consagrar el anhelo de fortalecer su calidad de vida. Cesar Gaviria Trujillo  que por cosas del destino se erigió presidente de la República de Colombia en el año de 1990, que ni el mismo se lo creía, inclusive no estaba preparado para semejante cargo, optó por la propuesta más fácil y rápida para combatir el desempleo, reactivar el campo y emprender un verdadero desarrollo nacional que fue la famosa apertura económica; contrario a lo que promulgó en campaña el inmolado Luis Carlos Galán.

Lo anterior fue prácticamente el anuncio de un trágico desenlace que se empezará a vivir en carne propia a partir del 15  de mayo cuando formalmente despegue el Tratado de Libre Comercio con el gobierno de Estado Unidos. El tema del famoso TLC ha sido un episodio que ha conglomerado a multitudes en diferentes épocas, lugares y circunstancias, siempre con el mismo objetivo: “rechazar de tajo la imposición de este tratado”. Y es que esta actitud de reproche e indiferencia tiene su razón de ser, entre ellas que quien las manifiesta son las masas populares, o mejor dicho el 75% del pueblo colombiano que se siente directamente amenazado, a esto sumado otro 10% que no le conviene manifestar sus expresiones al aire libre, sino que optan por tragar saliva, apretar los dedos y rogar para que esta catástrofe nunca llegue o por lo menos mientras la nación esté en las condiciones para afrontarlo. Solo unos ciudadanos de corbata, paño inglés y almidonado son los que a esta hora celebran por el gran negociazo del siglo XXI.

Es cierto que la crisis colombiana tocó fondo; no se puede ocultar el preocupante índice de desempleo que realmente sobrepasa el 22% en población activa para trabajar, aunque el DANE diga lo contrario y muy ligeramente lo monte en un dígito; por otro lado, la “informalidad laboral” ha aumentado considerablemente hasta alcanzar cifras nunca antes vistas, ni que decir del nivel de pobreza con 45% y la extrema sobrepasando el 22%; sin embargo lo anterior no es argumento para tomar decisiones políticas y económicas desesperadas hasta el punto de llegar a comprometer la soberanía y autonomía del país. Por el contrario, es el momento para medir capacidades humanas, administrativas, técnicas y por supuesto diseñar políticas planificadoras en pro de salvaguardar la producción nacional por encima de intereses internacionales estructurados bajo la consigna de imponer un capitalismo netamente económico e indignante para una sociedad dispuesta a superarse.

El Tratado de Libre Comercio en términos efectivos beneficiará a sectores exclusivos de la producción que no sobrepasa el 15% del total del país, conllevando a convertirse en una estrategia de extinción para gremios como el de ganaderos, avicultores, piscicultores, paneleros, cafeteros, cerealeros, entre otros que por falta de investigación científica, inversión, técnica, tecnología, innovación de semillas, pie de cría y limitado apoyo estatal se encuentran en un estado con diferencias abismales frente a productores gringos o europeos. Por otra parte la infraestructura de servicios  y productiva es demasiado deficiente, hasta el punto que el 75% de las vías nacionales no cumplen con las especificaciones técnicas exigidas para el nuevo milenio. Al mismo estilo se encuentra la infraestructura de producción como factorías, puertos, aeropuertos, en fin; son altamente significantes los inconvenientes y atraso que el país del Corazón de Jesús presenta actualmente, como para meterse “en una vaca loca”.

Según investigaciones recientes efectuadas por serias empresas dedicadas al tema planteado, muestran que mientras de nuestra patria se exportará el 10% de lo que se tiene aparentemente para este propósito, de EE UU se importará más del 60%; contrastando drásticamente al concepto de algunos selectos especialistas que sin medir palabra pregonan a los cuatro vientos el beneficio que traerá dicha negociación. El departamento de Nariño no puede olvidar lo que le paso en la década de los noventa con el sector de los cereales, ‘disque’ metidos en el cuento de la apertura económica, provocaron la quiebra del total de productores de trigo y cebada, dejando en la miseria a miles de familias que por años se beneficiaban de estos cultivos.

Se estima que el desempleo se proyectará en diez puntos más por encima del actual, en un término no mayor del cuatrienio. No se puede ocultar el sol con una mano; si las políticas centralistas no reaccionan en busca de una estrategia de choque, todo será inútil para enfrentar una invasión extranjera y devoradora en el afán de obtener resultados financieros en beneficio de multimillonarias trasnacionales complacidas por leguleyos criollos hambrientos por posicionar un apellido y lucrarse con porcentajes traicioneros al pueblo que los elige y le es sumiso.

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