Por: Iván Antonio Jurado Cortés
No es que los grandes equipos de la historia del futbol suramericano se hayan marchado de la Copa América sin pena ni gloria, sino que los mal llamados equipos 'chicos' han crecido futbolísticamente de manera sorprendente... Y eso si es importante, ya que entre más competencia exista, mejor calidad de futbol tendremos... Bien y muchas felicitaciones por Venezuela, Perú, Paraguay, Ecuador y otros que si sienten el peso de la camiseta y la responsabilidad de llevar sobre sus hombros el nombre de un país... Qué tristeza y decepción para los colombianos, que como siempre, con ‘bombos y platillos’ antes de saltar a la cancha ya somos campeones, pero cuando empezamos a sudar y a sentir la responsabilidad que nos ha encomendado una masa de cuarenta y cinco millones de pasiones, nos acobardamos, perdiendo la visión y la misión a la cual se prepararon por mucho tiempo; para finalmente sucumbir ante el ímpetu del adversario que a veces solo es presencia patriótica, más no técnica.
El fracaso colombiano en la cuadragésima segunda Copa América que ha finalizado en el país gaucho, debe conllevar a un análisis profundo del sistema futbolístico en nuestro país; no podemos continuar ‘tan folclóricos’ argumentando que estamos en proceso de formación, reconocimiento y selección de los mejores jugadores con miras al mundial 2014… Este ‘cuentico’ ya no cala más en las mentes de los que alguna vez creímos en el buen futbol que se podría desarrollar en Colombia. No se puede negar que hubo una época dorada, donde nuestra selección tricolor brilló con luz propia; pero solo fue un brillo intermitente en medio de una larga oscuridad de paciencia y porque no decir resignación.
Actualmente, el futbol colombiano está pasando por una crisis económica nunca antes vista en su historia; sin embargo esto no puede ser excusa directa para proceder de manera irresponsable en el rendimiento futbolístico. Existen escuelas o centros encaminados a formar futbolistas con cualidades técnicas, físicas y porque no éticas y profesionales; pero esto es aún insuficiente a la demanda de la necesidad presentada desde hace algunos años. Ahora se espera que con la nueva ley del deporte, que si se la aplica de acuerdo a los requerimientos de engendrar y fortalecer un trabajo, estoy seguro que este fastidioso proceso de conversión puede cambiar ostensiblemente a favor de los intereses de toda la hinchada y amantes del buen futbol.
Y es que la responsabilidad de lo sucedido en la recién finalizada Copa América, no solo recae sobre los jugadores, técnicos y administrativos, sino que también están implicados algunos comunicadores que se olvidan de su profesión y se dejan invadir de la euforia o fanatismo efímero con algunos pasajes mágicos. Los medios de comunicación también juegan un papel importante en este proceso deportivo que cada vez se precipita más a un retroceso que a un sólido avance.
Con lo sucedido solo se concluye que el problema del futbol colombiano es estructural, más no de forma; por lo tanto, su reforma debe empezar por las bases: técnicos, jugadores y obviamente los administrativos, que a propósito muchos de ellos ya están para jubilarse a nombre del futbol profesional colombiano. Pero algo que no se debe perder de vista, es la formación académica a la cual se deben someter estos deportistas, ya que solo a través de ella, se puede romper el paradigma del temor, el complejo y la derrota anticipada y educarse en ética y responsabilidad patriótica. También es claro, que nuestros futbolistas gozan de una técnica innata, lastimosamente que no se la ha explotado como se debe, en beneficio de ellos mismos y la colectividad. Que esta nueva derrota internacional sirva para de una vez por todas hacer una profunda reestructuración del futbol profesional en todas sus latitudes. Y ojala algún día ya no pronunciemos más “mucho toque – toque y de aquello nada”.
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