lunes, 10 de diciembre de 2012

REELECCIÓN EN CONTRAVÍA

Por: Iván Antonio Jurado Cortés

En Colombia ya se volvió costumbre mirar que pasen cosas que en otros países y regiones del mundo causan escándalo o son tildadas como actitudes novedosas e indecentes para una sociedad. Pero lo preocupante es que estos procedimientos se han encajonado dentro de una frase mal interpretada como ‘Cultura’, ganando cada vez una importante posición en el diario vivir del colombiano, facilitando con esto un comportamiento irracional en contra de la verdadera ética.

Desde hace años se dicta tanto en colegios como universidades de todo el territorio nacional una asignatura denominada “Ética y Valores”, que según el pensum propuesto por el Ministerio de Educación Nacional debe ser de cabal cumplimiento, todo con el objeto de promover una cultura de los buenos principios, benéficos en una comunidad. Solo que en este sistema político, todas las buenas intenciones claudican antes de operativisarse. Es un modelo que no permite un desarrollo armónico e integral del ser humano, enfocándose exclusivamente en el sector financiero.

Casos bochornosos, revestidos de ilegalidad y cinismo son reiterativos en muchos personajes dizque de la vida pública nacional. Políticos, pregoneros de ser los representantes de sus comunidades a diario pasan al paredón por problemas de corrupción, antiéticos y clientelismo. Por encima de cualquier cosa debe primar el civismo y la urbanidad, cualidades difícil de encontrar en estos señores. El caso Merlano, Corzo y ahora el circo para elección del procurador general de la nación cierra el último capítulo de ‘antiética y valores’.

El descontento de la sociedad colombiana plasmado a través de las redes sociales, dejaron en entre dicho la actitud de un gran representativo del Senado de la República, dedicado a trazar componendas en favor de un interés personal del hombre que no tuvo escrúpulos en manifestar ganas de continuar a frente del Ministerio Público, y que, aprovecho sus influencias para ‘alinear’ a un significativo número de legisladores, suficientes para asegurar su silla por cuatro años más.

Hoy se sabe que muchos de estos parlamentarios tienen familiares y parientes en la mayoría de las procuradurías regionales. Era difícil luchar contra una maquinaria bien estructurada y condicionada, por eso los otros dos aspirantes al mismo cargo prácticamente hicieron el ridículo en un proceso que ya estaba amarrado. 80 votos de 93 posibles fue un indicador suficientemente claro para expresar el trabajo subterráneo efectuado tácticamente con días de anterioridad.

Ahora la pregunta es: donde queda la ética y/o los principios del señor Ordoñez, cuando con sus dotes de ‘manzanillo’ aceitó una  estructura de tal manera que, no tuvo problema alguno de utilizarla en el momento indicado, hasta el punto de sentirse reelegido antes de la elección. Con lo sucedido el pasado martes, queda demostrado las ventajas de jugar en casa. No puede ser ético, que un procurador general haga uso de su gran poder para conseguir un propósito particular, cuando lo lógico hubiese sido permitir el paso a otro profesional con independencia espiritual, teológica y política.

El país ha visto truncado grandes temas de trascendencia nacional como la eutanasia, aborto, matrimonio homosexual, dosis mínima entre otros, que debieran formalizarse dentro de una realidad humana, y que, el procurador general ha interferido para generar posiciones encontradas, nada comunes en el proceder político administrativo de un Estado democrático y soberano.

El pueblo no puede continuar facilitando oportunidades para engendrar una sociedad desentendida de la condición humana y su contemporaneidad. Gran error es el sistema de elección para procurador general; no puede ser el congreso quien decida por un cargo tan importante y determinante como el del Ministerio Público. A simple vista se observa el tráfico de influencias, tóxicas a la dignidad, autonomía y soberanía popular. Irse en contra de la ética, es irse en contra de la dignidad social, y esto fue lo que sucedió con la elección del señor procurador general;… rompió con los principios de buen ciudadano.

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